La depresión estacional existe y, si bien es cierto puede tener origen en múltiples factores, se esconde en los meses de otoño e invierno, con la baja de la temperatura, la hostilidad climática y la baja exposición a la luz diurna del sol —y a la vitamina D—, donde se reducen las actividades al aire libre, sociales, culturales y de ocio, normalizándose el replegarse y estar más en casa. Pero todo cambia con la llegada de la primavera, se acaban las excusas de inactividad y ahí pueden quedar al descubierto profundos cuadros depresivos.

Este artículo no hablará de esta patología en particular, pero puede llevar a decisiones de muerte. Por lo mismo, septiembre en amarillo y especialmente el día 10 conmemora a nivel mundial la concientización para la prevención del suicidio, por lo cual lo que sigue es mi humilde llamado a la reflexión y a la acción de rescate, porque toda vida es importante y merece ser preservada.

De acuerdo con las estadísticas disponibles, Chile es uno de los países con mayor tasa de suicidios en Latinoamérica; en el segmento adolescente es la segunda causa de muerte juvenil en nuestro país, en tanto que por cada joven que lo concreta, puede haber entre 80 a 100 que lo están intentando. Estas no son cifras, son personas menos. Propongo abordar este tema desde la contención, el amor y la empatía, lo que puede hacer una gran diferencia.

Nadie se suicida para acabar con su vida, sino que ve en la muerte una salida para terminar con el dolor. Por eso, si alguien que quieres —o incluso tú— no está en su mejor momento anímico, si verbaliza frases como "no quiero seguir" o "quisiera desaparecer", si exhibe aislamiento social, desmotivación o conductas de riesgo —como consumo de alcohol, drogas o descuido personal—, enciende las alarmas, escucha sin juzgar y abraza con mucha fuerza... transmitir un "no estás solo" o "estoy aquí", más la ayuda profesional oportuna, puede salvar vidas.

Hoy nos sacude una epidemia emocional, donde lo real se enfría y las redes sociales nos alejan del contacto verdadero, haciéndonos ser indiferentes, sedientos de éxitos y no de humanidad, para volcar la atención en temas superficiales, modas pasajeras o materialismo, donde todo pareciera ser perfecto y no nos deja ver al ser humano imperfecto y doliente, ese que sufre en silencio, mostrándose íntegro para poder encajar en la sociedad.

Todos luchamos batallas invisibles. Aunque nos veamos bien, podemos funcionar y estar rotos por dentro. Entonces da el primer paso del cambio, contacta con lo real y haz algo por el que sufre, aunque no sepas cómo hacerlo. El valor radica en la acción, que sana a quien recibe y también al que da. De esta manera, este capítulo tormentoso pasará y será la anécdota de un libro de victoria y resiliencia, el tuyo, que aún se está escribiendo. No olvides que en este mundo tu presencia es un regalo carísimo y un privilegio exclusivo. Gracias por no rendirte, ya verás... lo mejor está por llegar. ¡Que tengas un maravilloso día!

Luis Rozas Mardones

Psicólogo