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La Tribuna
Columnista

Liderazgos que inspiran

Jacqueline Cárdenas

Seremi de Gobierno
Región del Biobío

por Jacqueline Cárdenas

En agosto celebramos el Mes de la Dirigencia Social y Comunitaria, un tiempo para detenernos, agradecer y visibilizar a quienes, muchas veces en silencio y sin recursos, sostienen el alma de nuestros territorios. La dirigencia social no es solo un rol funcional: es un compromiso ético, un ejercicio de vocación pública que fortalece la democracia desde sus raíces.

En 2010, tras el devastador terremoto y tsunami que azotó nuestro país, fui testigo del rol fundamental que jugaron los dirigentes y dirigentas sociales, especialmente en Talcahuano, donde me desempeñaba por entonces. En ese momento, la respuesta de las comunidades organizadas fue crucial para cuidar la vida y reconstruir la esperanza.

Ese liderazgo —el que no necesita micrófonos ni aplausos, pero sí vocación— es el que hoy celebramos bajo el lema "Liderazgos que transforman". Porque transformar no es solo proponer cambios: es vivirlos, encarnarlos y hacerlos posibles desde el trabajo cotidiano.

Los dirigentes sociales son los primeros en llegar y los últimos en irse. Están en la olla común, en la sede vecinal, en la red de apoyo cuando hay una emergencia o una necesidad. Durante la pandemia, sostuvieron el tejido comunitario. Hoy, frente a los efectos del cambio climático, las crisis de vivienda o los desafíos económicos, siguen siendo un pilar para la organización social.

Como Gobierno, hemos reconocido esta labor impulsando la Escuela de Formación Social, fortaleciendo espacios de participación, y este año, por primera vez, entregaremos el Premio Anual a la Dirigencia Social y Comunitaria, una forma concreta de visibilizar historias de compromiso y resiliencia que muchas veces pasan desapercibidas.

La región del Biobío es tierra de organización, de historia viva, de participación activa. No hay comuna sin su junta de vecinos, su club de adulto mayor, su agrupación cultural o su comité de seguridad. Es en esos espacios donde se construye una ciudadanía más empoderada, donde se defiende el bien común y se conecta la institucionalidad con la realidad concreta de los territorios.

Celebrar este mes no es un gesto simbólico: es un acto de justicia. Es reconocer que sin la labor de las dirigentas y dirigentes sociales, nuestras políticas públicas serían menos efectivas, menos aterrizadas y menos humanas. Muchas de las grandes transformaciones que ha impulsado el gobierno del Presidente Gabriel Boric —como la Ley TEA, la Ley Papito Corazón o el fortalecimiento de la salud pública— no habrían sido posibles sin el trabajo previo y sostenido de miles de organizaciones sociales que empujaron estos temas desde el territorio. Son aliados estratégicos del Estado y de las políticas que buscan avanzar en mayor justicia social.

Gracias a quienes lideran desde la base, a quienes no abandonan sus barrios cuando las cosas se ponen difíciles, a quienes transforman el individualismo en comunidad. Hoy más que nunca, el país necesita liderazgos honestos, generosos y profundamente conectados con sus comunidades. En un mundo donde abunda la desconfianza, los dirigentes sociales nos recuerdan que aún es posible construir desde el encuentro y la cooperación. Son ellos y ellas quienes abren la puerta a una democracia más cercana, más participativa y más humana.

Jacqueline Cárdenas

Seremi de Gobierno

Región del Biobío

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