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La Tribuna
Columnista

Conversando

Mario Ríos Santander

por Mario Ríos Santander

Estuve conversando con el alcalde José Pérez Arriagada. También con los concejales Oriana Offermann y José Bermedo. Me encontré con autoridades distintas. Había más diálogo, sonrisas y expresiones de unidad. Imaginé que el resto del Concejo está igual. Algo ha cambiado, más sinceridad, más confianza, ninguna odiosidad. Algo está ocurriendo y eso alienta las buena vibras para el futuro de Los Ángeles. Lo que ocurre es que hay momentos y momentos en la gestión institucional de los países, comunas u otra forma de territorialidad que se den los gobiernos para la administración de los pueblos. Aquí, en Los Ángeles, ese fenómeno de nuevos tiempos está llegando con buenas expectativas. Lo admirable es que debió llegar un hombre mayor a la alcaldía para entender que el futuro es otro mundo. Desapareció este prurito de que el joven debe mandar para conocer el futuro. Aquí eso no ocurre. Por alguna razón, aquel principio de lo natural está funcionando plenamente. Se trata de entender que la naturaleza de la cosa analizada termina imponiéndose sobre cualquier otro elemento racional. Y aquí, el hombre mayor, tal como lo señalan todas las sociedades naturales, tiene la primera palabra para guiar su comunidad.

Pero, ya lo señalé, mi conversación con el alcalde fue acompañada por dos concejales presentes, Oriana Offermann y José Bermedo. Ambos profesionales de muy buen nivel académico y laboral, con experiencia y de clara responsabilidad pública. Ya lo dije, parecieran representativos de todo el Concejo.  ¿Y por qué señalo esto?  En verdad, lo que viene, modifica todo lo establecido. Y para que ello ocurra con éxito, necesariamente deben situarse los que mandan, en esa perspectiva, es decir, asumir el compromiso que la historia entrega. En este caso, marginar el peso de problemas permanentes que Chile no ha logrado desprenderse. El régimen militar, el estallido social, la odiosidad zurda, un mal endémico, el economicismo a extremos dramáticos, la lucha permanente de estados más o menos fuertes, más o menos intrusos o más o menos tumultuosos socialmente. Entender el proceso de toda la etnia "Che", solo los mapuches siguieron su lucha y no el resto de los "che" que vivieron en Chile desde Chiloé hasta el río Aconcagua. Extender las manos a los niños que vienen para ser ellos el futuro. A nivel nacional todo lo anterior será lo representativo del debate presidencial. A nuestro nivel, nuestra comuna, nosotros, los que nos conocemos, deberemos entender que es un momento de unidad cuyas dimensiones deben, necesariamente considerarse plena y absoluta, sin dudas extremas ni mucho menos, odiosidades tan presentes en todos los periodos de vida pública en nuestro país. Por todo esto, el recuerdo de esa conversación con autoridades de nuestro gobierno comunal.

Todo lo anterior apuntado, ¿a los buenos años de Chile?  Definitivamente sí. Cualquier cosa que se quiera para el futuro debe, necesariamente terminarse las cargas políticas, históricas, sociales o de cualquier orden que, en algunos, le siguen apretando innecesariamente sus pasos por la vida. Ya lo digo, en este apretada geografía llamada Los Ángeles  o mejor dicho Biobío, estamos en condiciones de "darnos un gusto", ser felices.

Mario Ríos Santander 

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