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Columnista

¡Venezuela... qué dolor!

Mario Ríos Santander

por Mario Ríos Santander

Recordando en los años, 2016, aterrizaba en Maiquetía, aeropuerto internacional de Caracas. Años antes, lo hacía en ese mismo lugar y estaba repleto de pasajeros, aviones despegando, otros arribando, en fin, activo, negocios, turismo. Al revés, en este último viaje, los enormes salones receptores de maletas, daban cuenta de una soledad para una ciudad capital de un país de 35 millones de habitantes. Francamente incomprensible. Viajaba a ese país como observador internacional en las elecciones del Poder Legislativo que se realizaban ese año. Retiré mi equipaje y una joven de protocolo entregaba las indicaciones para mi traslado al hotel. En ese lugar, se había instalado una oficina de la cancillería venezolana para atender a estos personeros provenientes de varios países latinoamericanos. Este mismo joven que cordialmente me había recibido, a mi vuelta a Chile, recibía un saludo de ella desde Buenos Aires.  "Salí de Venezuela, -decía la nota - Venezuela caerá en el abismo". 

A poco andar, por alguna descoordinación política, en los hechos, era el único observador no izquierdista llegado a ese país. En un principio, no me había dado cuenta de tal hecho. Al legar al hotel, la oficina de cancillería me recibió y a poco andar, apareció un personaje que me interrogó, sutilmente sobre los motivos que perseguía en esta visita y que si era verdad que había sido senador de derecha en Chile y que ahora, Ministro del Tribunal Calificador de elecciones, nombrado por la Corte Suprema, continuaba en funciones sin dar razón alguna del por qué iba yo a Venezuela. En un momento pensé que con esa sutileza demostrada en ese interrogatorio, gentilmente, dispondría mi expulsión. No fue así. Le consulté cuales eran sus funciones. Me sorprendí al saber que conversaba con el primer canciller de Chávez en el inicio de su gobierno.    

No hice mayor caso. Tampoco sentí que exageraban sus preguntas, sin embargo, los días que siguieron, me daría cuenta del desagrado que manifestaba mi persona. En una inspección espontanea del edificio electoral, un funcionario, convencido que yo era camarada suyo, me indicó una puerta, "es el lugar de la verdad", expresó y al pedirle un mayor explicación, me espanté, "es el lugar en que conocemos los discurso de todos los candidatos y si alguno de ellos, pone en duda el actuar del gobierno, le cortamos la transmisión". Me espanté. No quise decir nada en contrario. Le señalé que quería visitar ese centro "informativo de la verdad". Manifestó que no lo mostraban a nadie. Se puso nervioso.  Se dio cuenta que había hablado demasiado. Un breve saludo y se alejó. Ingresé a una sala amplia con sillas y a los pocos segundos se abrió la misma puerta por la cual había entrado y aparecieron los presidentes de Panamá, Santo Domingo y Rodríguez Zapatero de España. Se iniciaba una "reunión de trabajo", designándose al Presidente de Santo Domingo, Leonel Fernández, conocido hombre de izquierda en el Caribe coordinador de esta observación electoral. Se visitaron escuelas dirigidas por el gobierno. Me separé del grupo y fui a otros lugares. En todas partes pedían ayuda.

Pobre Venezuela. Tanto mal que le han hecho. Lo último, este fraude, mentiroso que nadie cree. Pero, va a caer el gobierno que expulsó a 7 millones de venezolanos hacia un mundo desconocido.

Mario Ríos Santander

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