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La Tribuna
Columnista

Las virtudes del buen gobernante

Mario Morales Burgos, profesor

por Mario Morales Burgos, profesor

El gobernar siempre ha sido considerando un proceso importante, especialmente para los pueblos antiguos, quienes teorizaban y filosofaban sobre el tema, desde los tiempos de Sócrates, Platón y Aristóteles y sus discípulos. Jenofonte ( 431ac- 354 AC), discípulo de Sócrates y contemporáneo de Platón fue uno de los que más atención prestó a las virtudes que siempre deberían acompañar a los buenos gobernantes, escribiendo verdaderos tratados al respecto, destacándose su obra " Ciropedia o Educación de Ciro". Tanto tiempo ha transcurrido, desde entonces, no obstante, los conceptos y afirmaciones de estos hombres sabios cobran vigencia en nuestros días frente a la falta de conductas, conocimientos y habilidades que deben acompañar a un líder en el momento de dirigir y gobernar. Para griegos, persas y romanos el liderazgo debía ejercerse contemplando las siguientes acciones: en primer lugar situaban el respeto, la sensibilidad y comprensión. Estos valores, necesariamente, debían ser parte de las condiciones personales del gobernante. En segundo lugar estaba la justicia, valor que se consideraba como el principal fundamento del Estado, ya que era consustancial al respeto de las leyes y a la igualdad de derechos para todos.  En tercer lugar se colocaba el respeto. Platón consideraba que el respeto es la base "del arte político", junto con la justicia.

En lo fundamental la obra de Jenofonte, se sostiene en estos tres pilares, los cuales son considerados imprescindibles en la conducta y en la acción de un buen gobernante.

De cara a los procesos electorales que se avecinan es de toda conveniencia observar en nuestros candidatos qué tanto tienen de estos valores, que en un tiempo lejano forjaron líderes excepcionales, capaces de conducir sus pueblos hacia la grandeza y el bienestar. La sensibilidad, hoy, pasa a ser una virtud muy necesaria ya que la modernidad y globalización han hecho de nuestro mundo un espacio muy individualista y deshumanizado, capaz de atropellar y abandonar al hombre en los momentos adversos. Es tan común encontrarse con líderes mezquinos, sectarios y emocionales, sin esa generosidad social invocada por los sabios griegos. Lo mismo sucede con ese especial concepto de justicia el cual debe conllevar, en su esencia, el aseguramiento de los derechos humanos fundamentales. Un buen gobernante debe liderar a su pueblo y a su gente, desde el lugar que le corresponda, llevando siempre encendidos, en su corazón, estos principios y valores, gobernando para todos, sin ningún sesgo de exclusión política, social, religiosa y de ningún tipo.

El líder que aspire a ejercer algún tipo de gobernanzas, y que tenga algún parecido con los postulados de los viejos y sabios griegos y romanos, tendrá como mínimo, en algún momento de su quehacer político, haber caminado junto al pueblo compartiendo los mimos sueños, bajo el mismo cielo y sus estrellas.

Mario Morales Burgos

Profesor

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