La música nos acompaña toda la vida. La música es vida. Las canciones no solo son entretención y compañía. También sus versos dicen verdades. Como "Años", del cantautor cubano fallecido en Madrid en noviembre de 2022, Pablo Milanés: "El tiempo pasa/Nos vamos poniendo viejos/El amor no lo reflejo como ayer...". "...Y cómo cambia lo que yo siento/Lo que ayer era amor/Se va volviendo otro sentimiento."

A medida que pasan los años, más breve es el tiempo. Y nos preocupa. Ya estamos en el sexto mes del año. Mario Benedetti lo dice: "Aquel que deja para después un gusto, un amor y un café, no entiende lo efímera que es la vida". ¡Qué curioso el nombre completo del escritor uruguayo! Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia. Algo habrá influido uno de sus nombres en su prolífico quehacer literario.

A  propósito de eso. Siempre he pensado que los nombres inciden en las personas, en su personalidad y carácter. Su significado dice mucho. En mis cercanos: Pablo es un nombre de origen latino que significa "humilde". Andrés es un nombre de origen griego que significa "el que es fuerte y valiente". Matías es un nombre de origen hebreo que significa "regalo de Dios". Zenón -que en la actualidad es un nombre poco común- tiene un origen griego y significa «el que vive eternamente». Y yo, ciertamente, amo la vida, y me gustaría vivir muchos años más, aunque también estoy consciente de la muerte y su sentido, como lo he mencionado en columnas anteriores.

Volvamos a los años y a Benedetti. En relación a lo breve que puede ser  la vida es preciso entender que hay que vivir el ahora, porque en cualquier momento no tendremos mañana. "No vivas en el pasado, no sueñes sobre el futuro, concentra tu mente en el momento presente", es una de las frases de Buda sobre la vida. En ella subraya la importancia de vivir el hoy, de manera consciente, en nuestra plenitud mental. Cuando leí aquella reflexión de "el después", me impresionó de tal manera que lo uso frecuentemente en mi vida y también lo menciono en mis programas de radio. Creo que es una gran verdad y una enseñanza que puede servir a muchos: "Después te llamo, después lo hago, después lo digo, después lo cambio. Dejamos todo para después, como si el después fuese lo mejor. Pero no debemos olvidar que después el café se enfría, después la prioridad cambia, después el encanto se pierde; después, temprano se convierte en tarde, después la añoranza pasa, después los hijos crecen, después la gente envejece, después el día es noche, y después la vida acaba".      

Quizás es necesario exagerar para lograr el objetivo. Por ejemplo, yo digo que la palabra "después" no debería existir. Claro, es para llamar la atención del lector o del auditor y lograr un efecto, porque todos los vocablos cumplen una función y son necesarios.  

Vivimos  para  ser  felices, vivimos  buscando  un  motivo, un  propósito,  una razón de ser. Tenemos objetivos, metas, anhelos. Cuando los logramos nos sentimos satisfechos y contentos, pero no completamente realizados; aspiramos a más. Cuesta saciarnos. Aunque "los grandes resultados requieren grandes ambiciones", según Heráclito, ahí es cuando debemos tener cuidado en que nuestras ansias y pretensiones no excedan lo correcto y permitido, porque es fácil caer en desmesuras que son evitables.    

Charles Chaplin, considerado uno de los grandes genios de la historia del séptimo arte, nos enseñó a enfrentar cada jornada con energía y entusiasmo: "La vida es una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento". Porque con los años "vamos viviendo, viendo las horas que van muriendo".

Zenón "Cheno" Jorquera