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La Tribuna
Columnista

Compleja situación de financiamiento de la educación pública

Mario Morales Burgos

por Mario Morales Burgos

En muchas oportunidades hemos abordado la compleja situación que vive la Educación Pública en el ámbito financiero, cuestión que arrastra otros factores que influyen notablemente en su adecuado funcionamiento.

Los problemas se empiezan a evidenciar a partir del año 81 donde se produce el cambio de modelo, traspasando la administración de la educación a los municipios, bajo una concepción subsidiaria, propia del neoliberalismo económico, donde se paga un valor por cada estudiante que asiste a clases. De inmediato se observan las primeras dificultades, ya que los recursos obtenidos por concepto de subvención no alcanzaban a cubrir los gastos operacionales de la escuela, y por cierto, menos para destinar recursos a la renovación de la infraestructura; transformándose, la educación, en una pesada e insostenible carga para todos aquellos municipios más pequeños, quienes debían (y deben aún) hacerse cargo de gran parte de los gastos recurriendo al menguado fondo municipal.

El empobrecimiento y deterioro de la escuela se hizo sentir por casi dos décadas. Vivimos tiempos en que no había recursos para las cosas básicas, como por ejemplo, mejorar cubiertas, reponer vidrios, insumos de aseo , útiles escolares y serias dificultades para el pago previsional y de asignaciones del profesorado.

Eran los tiempos del "plato único", de los "bingos" y de toda la buena voluntad de nuestros apoderados que ayudaron a mantener en pie la escuela, mientras el Estado divagaba en otras cuestiones que no favorecían el desarrollo y crecimiento de nuestra Educación Pública. El cambio de modelo educacional simplemente sacó de la norma y de los estándares históricos a la educación chilena, a lo menos en dos cuestiones fundamentales: Infraestructura educacional y formación docente. Hoy, a medio siglo de distancia, solo hemos recuperado la norma en infraestructura(pero aún no hay recursos para reponer el enorme déficit existente), quedando al debe el proceso de formación del nuevo docente que debe hacerse cargo, también, de una nueva generación de jóvenes que ven el mundo con los ojos de la modernidad y de la globalización.

El presupuesto de la escuela, como vemos, se sostiene sobre la base de sus estudiantes en el aula y últimamente agregando las nuevas subvenciones que vienen absolutamente gravadas y destinadas a cuestiones muy específicas.

Sobre las subvenciones especiales (SEP. PIE, FAEP, PRO RETENCIÓN) éstas deberían servir a diferentes propósitos. Resulta casi irónico escuchar al SUPEREDUC, remarcar con mucha fuerza y fundamentalismo, que casi todo es responsabilidad del sostenedor, sabiendo que el modelo de financiamiento validado por el Estado y el gobierno de turno no alcanza a satisfacer las necesidades reales y emergentes de la escuela.

La subvención SEP es las más observada y restringida, siendo que debería servir para reforzar la adquisición del material educativo y todo aquello que evite que los estudiantes tengan que adquirir para desarrollar las actividades pedagógicas.

Es urgente que se amplíe la cobertura de todas las subvenciones ante la falta de recursos para mejorar la escuela y su funcionamiento y se instruya a la SUPEREDUC que tenga una mirada abarcadora y de respaldo a las actividades que mejoran las prácticas del profesor en el aula.

Lo que modestamente planteamos aquí y que surge desde la realidad y desde la lógica elemental no ha estado en el debate ni formó parte de las exigencias que la Comisión de Educación del Senado representó al gobierno para aprobar el presupuesto 2024 en lo referido a las partidas de educación , por lo que haremos una presentación de estos temas a la Comisión y en cuanto a  algunas adquisiciones SEP, que vienen a mejorar el ambiente y el aprendizaje de nuestros estudiantes, se harán las consultas a la Contraloría General de la República, para que se pronuncie sobre la conveniencia de poder utilizar los recursos en  favor de los estudiantes , especialmente en aquellos insumos que el sostenedor no puede adquirir, ya que la subvención aportada por el Estado no alcanza a solventar.

Mario Morales Burgos

Profesor

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