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En el marco de la discusión presupuestaria 2024, en la Comisión de Educación del Senado, se analizó, transversalmente, el estado de la Educación Pública en el país, acordando con el Ministerio de Hacienda dejar en la agenda presupuestaria los temas que resultaron como conclusiones en el debate de la comisión.
Hubo acuerdo en que la actual situación por la que atraviesa nuestra Educación Pública es muy preocupante, especialmente desde el ámbito financiero, haciéndose sentir en el proceso de instalación de los nuevos Servicios Locales de Educación Pública (SLEP), los cuales han tenido serias dificultades para su funcionamiento y algunos simplemente han colapsado, como es el caso de Antofagasta. En este tema, el primer acuerdo tiene que ver con la suspensión y evaluación del traspaso a los SLEP determinando asumir una "pausa activa y evaluativa". El acuerdo establece que esta suspensión o postergación del traspaso será acordada con los municipios... "excepto en aquellos casos donde según la evaluación del Ministerio de Educación, los establecimientos se encuentren en condiciones adecuadas para el traspaso...". Esta determinación viene a tranquilizar un poco las revueltas aguas del magisterio, quien ya había expresado al ministerio su enorme preocupación por la compleja situación financiera de los SLEP. Junto a este acuerdo, también se suma el mejorar la gobernanza y la gestión financiera; la recuperación educacional y transporte escolar rural; fortalecer el desarrollo de los liceos bicentenarios y la reasignación de recursos.
En definitiva, el acuerdo viene a dar cuenta de los principales problemas de nuestro Sistema Educacional Público, que a pesar de las múltiples reformas y programas no logra encontrar el camino de la eficiencia y de la calidad de la enseñanza. En los debates siempre aparece el tema financiero, sin embargo, en torno a él no hemos tenido propuestas diferentes a las que caracteriza el actual modelo de subvención, absolutamente insustentable, no permitiendo la renovación o ampliación de la infraestructura educacional, entre otras cuestiones estructurales. Tampoco se habla del proceso de formación del "nuevo profesor" que debería liderar las complejas aulas, donde la nueva cultura juvenil y la problemática psico-social y emocional se expresa con mucha fuerza, teniendo al frente a un profesor amedrentado sin las habilidades y herramientas psicológicas y pedagógicas que le permitan instalar aprendizajes, en medio de un contexto dominado por la tecnología, y la disrupción estudiantil. Hoy día las universidades están muy lejos de entregar a la sociedad un profesor que sea capaz de convivir, educar, enseñar, negociar y llegar a acuerdos con jóvenes de la pos pandemia y de esta sociedad violenta y agresiva. Lo anterior, se agrava muchísimo más cuando podemos constatar que ya la pedagogía no resulta de interés a quienes ingresan a la Educación Superior, y los pocos que egresan, en un corto tiempo abandonan el ejercicio docente, buscando otras actividades o estudiando una nueva carrera, dejando atrás las complejas aulas de nuestro sistema.
Todos sabemos que el desarrollo y crecimiento social tienen que ver con la calidad de los sistemas educativos. Los países exitosos invierten en educación y, en la formación y actualización permanente de sus maestros. Países como Finlandia, Japón, Corea del Sur y Singapur, entre otros, representan los mejores ejemplos, donde uno de los factores más destacables son sus maestros, respetados reconocidos y admirados en la sociedad.
El acuerdo que surge en la comisión de educación presionó al Ejecutivo a impulsar nuevas medidas para "apuntalar" nuestra educación pública, a la espera de sumar más voluntades y mejores ideas que nos permitan asegurar el derecho a la educación digna y de calidad, tal como se ha venido predicando en los últimos cincuenta años de nuestra historia reciente.
Mario Morales Burgos
Profesor
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