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La Tribuna
Columnista

Yo... a favor

Mario Ríos Santander

por Mario Ríos Santander

Los pueblos, en la historia tienes pocos triunfos a su haber. Son los líderes los que triunfan y figuran en la historiografía mundial.

Con el advenimiento de la democracia, a partir de sus primeras manifestaciones mediados del siglo 19, los intentos por lucir al pueblo fueron muchos. Los discursos a su vez, algo más mentirosos, evocaban al pueblo como la base esencial de todo cuanto el político iba a cumplir. Sin embargo, en el largo primer siglo de democracia, un altísimo porcentaje del pueblo no votaban, las mujeres, tampoco los analfabetos y en un principio tampoco los que no podían certificar el pago de impuestos. Es decir, una democracia débil, poco participativa, ajena y por sobre todo lo anterior, excesivamente representativa, es decir, el elegido tenía una sola voz y el murmullo social, el del pueblo, simplemente no se oía para nada.

Sin embargo, las cosas comenzaban a cambiar. La cultura, surgía más ampliamente, los silencios pasaron a ser proclamas fuertes y numerosas y las mujeres, en sus primeros arrestos feministas, lograban que González Videla en Chile, proclamara su pleno derecho a voto. Entonces el pueblo fue pueblo.  Luego, en la Leyes Políticas del régimen militar, se agregaron los analfabetos y se rebajó la edad de responsabilidad pública a los 18 años, elevando de esta forma el padrón electoral a vatios millones de lectores. El pueblo tuvo voz pero aun así, no tuvo tanta determinación. Un buen ejemplo de esto fue el "estallido" de octubre. En efecto, tal hecho, figuró el pueblo como actor primario de esta violenta protesta. Algunos que lograban hablar en la prensa, anunciaban que el "Pueblo es el mandatario de la protesta" y luego señalaban la refundación de Chile. Vino un nuevo proyecto constitucional y sus autores convencidos de que el pueblo era el responsable de sus propias ideas, las rechazó en términos de tal dramatismo, que la derrota sufrida por ese aparente pueblo, "obligó" al mandatario,  llamar a un nuevo plebiscito, un nuevo estudio constitucional y el pueblo, volvió a hablar y designó una convención, muy a contrapelo de los del "estallido", conformando un  proyecto constitucional que es el mismo que votaremos el domingo que viene.

El pueblo, con todas sus potencialidades, se hizo presente, habló estudió y propuso. Muy tempranamente se le asignó a la familia, la responsabilidad de ser el "núcleo fundamental de la sociedad", lo que provocó el rechazo comunista inmediatamente. En 1948 ocurrió lo mismo con la declaración de los DDHH propuesta por la ONU, todos los países comunistas se retiraron de la sala para no votar, "Eliminen de los DDHH esto de la familia y la responsabilidad de los padres en la educación de los hijos y volvemos a votar". No se les aceptó. Y no regresaron a la sala. Esta es la historia verdadera de tan temprano rechazo del PC y sus bobos útiles que siempre le rodean. Los mismos que para votar en contra el domingo.

En verdad, el proyecto que se nos presenta tiene todos los valores fundamentales para la nación chilena. Por ello, al menos para mí, votar a favor, es respetar a este pueblo que ahora sí tiene trascendencia. No hay líderes conocidos, solo expresiones globales, es decir, el pueblo elevando su voz. Voto a favor.

Mario Ríos Santander

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