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La Tribuna
Columnista

La ética que se predica y la moral que se practica

Alejandro Mege Valdebenito.

por Alejandro Mege Valdebenito.
"Aún el más racional pensamiento de ética es indefenso si no existe voluntad de hacer lo correcto." 

Alexander Solzhenitsyn.

Hacer lo correcto, es tener un comportamiento sobre el cual existe un consenso y una aceptación social generalizada porque produce satisfacción, tranquilidad y bienestar, por dar la sensación de igualdad, de justicia y que es algo bueno, que no produce daño, que no hace mal a nadie; es actuar moralmente y la moral es la expresión práctica de la ética que, como un conjunto de principios y valores que hacen del individuo un ser humano autónomo, capaz de razonar y libremente decidir la forma como quiere vivir en la sociedad de la que forma parte y coexistir en ella de manera constructiva. La ética, como parte de la Filosofía, es el resultado del uso de la razón, aunque la emocionalidad humana no está ausente cuando se toma la decisión de actuar bien, o actuar mal, vale decir, actuar de acuerdo a un conjunto de normas, valores y costumbres que son consideradas buenas en una sociedad que se estime bien intencionada, sana. Se considera ética a una persona que es transparente, que mira a la cara sin desviar la mirada, cuyas actuaciones son honestas y justas, aun cuando las situaciones que se le presenten le permiten obtener beneficios personales, pero que pueden afectar a otros o impactar negativamente a parte de la sociedad, debe ser capaz de negarse a realizarlas. La ética hace a las personas creíbles y confiables, más cuando en el desempeño de una profesión u oficio se enmarca en los códigos que los rigen, que constituyen principios y valores que guían y modelan un comportamiento moral. Cuando la ética es vulnerada, muere la confianza y cunde la incertidumbre, las actividades y las relaciones humanas, sociales, culturales y económicas se deterioran y paralizan donde todos, de una u otra manera, perdemos.

Para el novel de literatura Albert Camus, "El hombre, sin ética es una bestia salvaje suelta en este mundo", e Immanuel Kant afirma que "La moral es la ciencia que nos enseña no cómo hemos de ser felices, sino cómo hemos de llegar a ser dignos de la felicidad." Frases que apuntan a la cultura que se vive, con una ética desvalorizada, sin forma ni consistencia, desvergonzada, hipócrita y oportunista, que hace casi imposible reconocerla, lo que tiene como consecuencia actuaciones (in)morales que se acomodan a los intereses y preferencias de cada cual, con su particular concepción de ética que es utilizada como guía y justificación de sus actos, en una "Cultura en que se ha sustituido el mandato moral por la felicidad; la prohibición por los placeres; la obligación por la seducción".

Casi nadie (si bien existen honorables excepciones) asume derechamente, por lo menos de no tener siempre un compromiso ético del hacer su vida y, menos aún, actuar en contra de los valores y principios que la sustentan y nuestra sociedad y la sociedad del mundo (para no sentirnos solos y aminorar nuestras culpas) está lleno de ejemplos de personas que nos declaramos a nosotros mismos y a los demás ser ejemplos de una vida ética a todo evento, frágil pedestal que se desmorona cuando los comportamientos demuestran cuán lejos nos encontramos de la ética que se declara. Todas las profesiones y actividades humanas han tenido y tienen que elaborar códigos éticos con normas escritas que recogen la experiencia de la vida personal y en sociedad que necesita ser regulada, para evitar en lo que sea posible, el engaño, la mentira, la corrupción, el uso y abuso del poder político y del dinero de manera desvergonzada y sin ningún pudor ni arrepentimiento.

La falta de ética en la vida personal y pública se ha ido aceptando como un hecho casi de normal ocurrencia, existiendo graves actos de inmoralidades por parte de personas de vidas exitosas que se consideraban intachables. La pregunta es: ¿Qué tendrá que pasar, o qué tendremos que hacer, para evitar que la degradación moral nos inunde? Cuando ni siquiera la educación tiene la fortaleza necesaria para aportar caminos y soluciones, ni la justicia cuenta con la estructura ni la fuerza que requiere para imponer justicia. El problema es demasiado serio para no atenderlo. Más, ¿Lo harán quienes tienen en sus manos el poder político y los recursos, por lo menos para intentarlo?

Alejandro Mege Valdebenito

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