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Columnista

Profesoras y profesores y la función docente

Alejandro Mege Valdebenito.

por Alejandro Mege Valdebenito.
"Ser profesor es la elección de una forma de vida que se asume desde la labor diaria, las exigencias, la lucha, el agotamiento, la esperanza y la alegría de hacer lo que eligieron ser." 

 José Manuel Estrada. 1842-1894.

El Colegio de Profesores de Chile, organización constituida como tal en el año 1974, es la instancia más grande, unitaria y democrática del magisterio chileno producto de la convergencia de las distintas agrupaciones de docentes existentes a esa fecha, que cuenta con más de 60.000 afiliados, en un universo por sobre los 240.000 profesoras y profesores  y cuya tarea más importante es la defensa de los derechos de los profesores, así como contar con  las condiciones, a lo menos las mínimas necesarias para cumplir de la mejor manera el permanente desafío profesional y humano  de aprender primero y enseñar después a las nuevas generaciones, teniendo clara conciencia de la importancia de la educación para diseñar el futuro de las personas y de la sociedad en que viven. En este intento, que no ha sido fácil,    ha llevado al gremio a realizar paralización de actividades para lograr los objetivos propuestos, acción que no siempre ha sido bien comprendida por las autoridades y por algunos padres, que exigen que el profesorado cumpla con su obligación de impartir educación no importando mucho en las condiciones que sean y que asuman una responsabilidad que muchas familias han abandonado en la educación y en la formación de persona en cada uno de sus hijos, traspasando esa tarea fundamental a la institución escolar, del mismo modo como lo hacen las autoridades que  esperan que profesoras y profesores, sin la debida atención ni apoyo,  cumplan con su labor magisterial, sin que ellas, a su vez, cumplan con sus promesas tantas veces incumplidas. Con vocación inicial, o sin ella, pero adquirida en el desempeño de su tarea, la inmensa mayoría de profesoras y profesores han logrado, con decisión y esfuerzo, que muchas generaciones de estudiantes hayan mejorado su condición de vida y la de los suyos, haciendo con su tarea un aporte honesto y constructivo en el crecimiento y desarrollo de la sociedad. Si algún profesor o profesora ha tergiversado su rol, como suele ocurrir en todas las profesiones y funciones públicas y privadas, ello ha sido una excepción.

Los movimientos reivindicatorios del magisterio por la dignificación de la profesión docente y de una mejor educación han sido numerosas a través del tiempo y sin ellas la situación de la educación de hoy habría sido más deficitaria. La primera huelga docente en Chile y América se realizó los días 12, 13 y 14 de agosto de 1918, movimiento encabezado por jóvenes profesores del Instituto de Educación Física. Recién egresado de la profesión, habiendo asumido en una escuela rural, la primera huelga de profesores en que participé fue la que se realizó en el año 1963 durante el gobierno del presidente Jorge Alessandri, paralización que duró 57 días, por incumplimiento del compromiso contraído dos años antes, así como por el nivel de analfabetismo de más de 400.000 niños sin atender, entre otros problemas. Junto con recibir el título, sin solicitarlo, fui afiliado al gremio docente, colegiatura que he mantenido inalterable hasta hoy, participando como miembro y dirigente gremial en las movilizaciones del Colegio de Profesores por lo que conozco las razones que motivan y justifican las paralización de actividades docentes, aunque soy el primero en lamentar de verdad que tenga que llegarse a esa decisión la que, sin lugar a duda, afecta la atención de los estudiantes, este mismo sentimiento que, estoy cierto, experimentan las profesoras y profesores porque los conozco,  como los que hoy  que se encuentran en una penosa y lamentable paralización en Atacama. Si alguien cree que los profesores están felices por no estar atendiendo a sus alumnos se equivocan, por lo que resulta una ofensa gratuita, más si proviene de otro profesor o de una autoridad, afirmar que los docentes paralizados usan a los alumnos como rehenes de sus peticiones. Profesoras y profesores no son tan desalmados y puede que sean quienes los condenan los que utilizan la situación para ocultar su incapacidad para solucionar los graves problemas de la educación. Frente a la indolencia para atender con más diligencia los problemas de la educación los profesores no han tenido otra alternativa que paralizar sus tareas docentes para lograr que la educación reciba la atención que se merece hoy y no solo sea una promesa, que no es confiable, para cumplirla un mañana que no llega.

Alejandro Mege Valdebenito.

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