El 7 de mayo de 2005, la publicación de la Ley 20.019 que regula las Sociedades Anónimas Deportivas Profesionales vino, lisa y llanamente, a sepultar el fútbol tal y como lo conocimos. El negocio creció, se hizo rentable y logró pagar los sueldos (al menos al principio), pero junto a ello, se abrió el camino para que empezara a morir el amor por los colores, la identidad de la camiseta, y también, las conversaciones dominicales de cómo debía pararse el equipo iberiano, en los distintos bares y mesas de nuestra provincia. Lo anterior, pues se impuso el análisis de partidos de clubes santiaguinos, y también europeos, pues la llegada de las S.A., apoyadas por la globalización de las comunicaciones, hizo que nuestros niños, ya no quisieran jugar en Iberia, sino que, en el Barcelona, "donde juega Messi". El dinero comenzó a matar el amor a la camiseta, y eso, señores, lo sabemos quiénes crecimos mirando a la "I".

Yo soy de esos antiguos, que se entusiasmaba hablando de Iberia y gozaba recordando cómo se negoció para traer al equipo a Los Ángeles, fundando en un barrio de Independencia el año 1933. Cuidado con esta comuna.

La decisión de traer a Iberia a la capital provincial, y convertirlo en el sueño de los niños de las 14 comunas del Biobío, se basó en la campaña del 68, que fue tan mala, y sin apoyo de la gente,  que lo obligó a buscar alternativas, para seguir, y aunque Curicó fue una posibilidad, la "Azul Grana", se instaló en nuestra ciudad.

Para contextualizar de forma sucinta, fue el vicario de Carabineros, Gilberto Lizana el que aprovechó un viaje al sur, para conocer a Club Deportes Los Ángeles. Así, gracias a Lizana y a los empresarios y dirigentes deportivos locales: Manuel Segundo González, Carlos Perelló Nieto, Ítalo Zunino, Francisco García Lorenzo, Luis Elgueta, Samuel Vivanco, Francisco Campos y Julián San Miguel, entre otros, se logró un acuerdo, que según reza en la historia del club, en torno a los 80.000 Escudos, para sacar al equipo de las deudas, traerlo al sur y bautizarlo, un 28 de febrero de 1969, como Iberia de Los Ángeles.

Hasta aquí, una historia conocida, de un equipo con campañas irregulares, salvo honrosas excepciones, que, hoy en día,  amenaza con irse nuevamente, pero que esta vez no por falta de amor, sino llevado por los controladores que nada saben de arraigo e identidad, y que ven en Iberia de Los Ángeles, solo un negocio, sin historia, sin sueños de niños, y sin que importe su conexión con la provincia. Por cierto, decir que Iberia pertenece solo a una ciudad es un error grave, pertenece a Bío Bío.

Me gusta el fútbol, y sé que nuestro alcalde también, sé que existe preocupación entre los concejales angelinos, entre ellos,  el gran capitán José Salcedo y el buen profesor, Cheno Jorquera, asiduos visitantes de las graderías,  y por eso... ¡grito pidiendo auxilio! Invito al Sr. alcalde (quien más sino él) con urgencia a convocar a un cabildo, una asamblea, una mesa de trabajo que, con premura, reúna los esfuerzos del mundo deportivo, político, empresarial y social,  para discutir ahí opciones y compromisos para defender y recuperar a nuestro Club, porque la identidad no es  mercancía, que se transa, sino amor por aquello que nos une.

Las sociedades anónimas son, sin duda, la muerte del fútbol, como lo conocimos hasta el siglo XX, los controladores se llevan a la "I" sin que nadie diga nada, ante un silencio que nos hará cómplices de uno de los peores errores de nuestra historia deportiva.

Somos los responsables de detener esta irracionalidad, somos los culpables por seguir en silencio. Señores, llegó el momento de alzar la voz, y juntos (no hay otra forma) ganar este partido final, estamos en los descuentos, vamos perdiendo, pero igual se puede, ¿y saben por qué?...  porque Iberia es de Bío Bío, angelinos míos.

Patricio Pinilla

Concejal de Los Ángeles

Abogado