"Los políticos y los pañales deben ser cambiados con frecuencia...ambos por la misma razón."   

George Bernard Shaw. 1856-1950.

Premio Nobel de Literatura

 En más de una oportunidad escuchamos, incluso hemos expresado la frase: "esto no tiene sentido" o que carece de "un mínimo sentido común" frente a un acontecimiento que escapa a una lógica  elemental porque  no corresponde a una acción que concite un consenso más o menos generalizado, aun  entre quienes sustentan posiciones y visiones distintas. El sentido común tiene un correlato con el concepto del "bien común" y asume la significación de equilibrio y justicia social. Cuando el sentido común se encuentra ausente se suscitan una serie de problemas y desequilibrios que afectan la vida en sociedad. La convivencia social se desestabiliza, la economía se debilita, el temor y la incertidumbre se apodera de las personas y se cuestiona la capacidad de gobernar de las autoridades y es en la actividad política donde se aprecia, sin temor a equivocarnos y que muchas personas comparten porque las viven, que el sentido común resulta ser el menos común de los sentidos cuando las políticas públicas no se encuentran alineadas, coordinadas ni menos  son asumidas con el compromiso y la responsabilidad  de que deben estar al servicio de lo que significa el bien común de la sociedad y no para satisfacer posiciones o intereses particulares o de grupos. Panorama que la comunidad nacional ha estado observando y viviendo con preocupación, a veces con malestar y desencanto, incluso con pocas esperanzas de que se resuelvan los serios problemas que aquejan a la educación, la salud, la seguridad personal y pública, al trabajo con dignidad, al flagelo de las drogas, a la delincuencia, el crimen organizado, al crecimiento y desarrollo económico así como el cuidado y protección del medio ambiente.

La literatura define el sentido común al conocimiento adquirido por la experiencia a través de los sentidos de forma espontánea, dispersa, acrítica y convencional que describe razonablemente la manera como se obtiene esa facultad y que la filosofía del sentido común reconoce que no es un conocimiento vulgar, ni superficial, ni la suma de prejuicios, sino un  repertorio de filosofía colectiva, de sano y compartido entendimiento sobre  materias que se conoce bien porque se tiene conciencia de que es verdadero y permite discernir objetivamente.

El sentido común (que todos dicen tener, aunque en sus acciones no lo demuestren) debe ser el punto de encuentro donde los partidos y movimientos políticos, creyentes y no creyentes- cediendo parte de sus exclusivas y excluyentes verdades que, aunque legítimas y respetables, no todos, en el ejercicio de su libertad, las comparten-  piensen en el país y en todos quienes lo habitan y, con verdadero sentido común, legislen con un compromiso de unidad en la diversidad para hacer de nuestro Chile un mejor país donde todos y cada uno viva mejor y en paz y donde las nuevas generaciones tangan espacio y oportunidades para crecer, educarse, desarrollarse y aportar a la sociedad y al país en el que nacieron, adoptaron o fueron fraternal y solidariamente acogidos.

La elaboración de la Nueva Constitución debe ser un gran esfuerzo de sentido común para que su texto interprete a toda la comunidad nacional, donde nadie se sienta excluido, lo que permitirá que reciba el reconocimiento y aprobación que la valide. De no ser así, habrá que reconocer que somos una sociedad que carece de un mínimo sentido común.

Alejandro Mege Valdebenito.