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La Tribuna
Columnista

El Estado

Mario Ríos Santander

por Mario Ríos Santander

En estos días de debates constitucionales, bastante restringidos por lo demás, de los DDHH no salen, la expresión Estado se ha transformado en algo así como el fin de toda la humanidad. Será el Estado todo, él y no otro, recogerá los anhelos de un pueblo y resolverá todo sin que ese pueblo se moleste en colaborar y sí, exigir y mucho. El Estado, en lo principal, se ha ido transformando en una suerte de tarjeta de crédito. Un cartón, (en el caso público, una expresión, una palabra), que tiene la magia de retirar productos de una tienda sin haber puesto un peso. Llegar al hogar con lo adquirido, produciendo la alegría correspondiente. El tema, es que a fines de mes hay que cancelarlo. Con el Estado, ocurre igual. Si no tiene plata, imprima billetes, si hay cesantía, contrate gente a todo volumen, si está con dolor de muela, póngale un buen dentista, lo mismo con alguna dolencia en el cuerpo. Y si le fue mal al chiquillo en el liceo, pidámosle que lo "apuntale" con algo. En suma, "póngale no más", diría un campesino, entusiasmado que con esto de que el Estado, se resuelve todo sin haber puesto un peso sobre la mesa, ni  menos, trabajo o esfuerzo en nada.  

¿Y qué es el Estado?  Desde la perspectiva social (en lo internacional, el Estado es aquella persona jurídica que representa una Nación) es, decíamos, la suma ejecutiva y administrativa que ejecuta las normas legales que le han sido confiadas. De allí surgen sus diversas instituciones conforme al área en que se desenvolverán, todo ello, bajo la conducción política de quien ha recibido el beneplácito electoral. En un llamado Estado democrático, los responsables que cumplirán las obligaciones que demanda ese Estado, serán los entes políticos, agrupados, generalmente en torno a uno o más Partidos, que han acogido ciudadanos que tienen doctrina pública común. Nuestro Estado considera la existencia de tres poderes horizontales nacionales de quien depende su mayor estructura, además de otros, organismo que, ubicándose también en el ámbito del Estado, no necesariamente tienen plena y absoluta dependencia de estos tres poderes horizontales. Esto es, en apretado resumen, aquel organismo tan solicitado. En definitiva, el Estado, no es más que una "herramienta pública" administrada por personas que, si son capaces y ajenas al partidismo, en el momento de asumir su conducción y por cierto, muy lejos del robo, más conocida como "corrupción" y por cierto más lejos aún de ser mediocres en su actuar, será para el pueblo una herramienta eficaz y, como ocurre en naciones cultas, ordenadas y transparentes, se le entregarán mayores potestades principalmente en aquellas áreas en que el volumen administrado, termina siendo un asunto de privilegio efectivo para la población, ejemplo, la previsión. En Chile, el Estado, lamentablemente, en gobiernos conocidos de la historia, ha sido un organismo pagador de favores políticos, provocando acciones inútiles, ajenas al desarrollo moderno, perjudicando a la población. Hubo partidos políticos que se hicieron famoso por ser ellos responsables del "cuoteo" político en la repartición de cargos público, bien remunerados y nada exigentes en capacidad y responsabilidad administrativa. Cuidado entonces. La Nación, no está para juegos. ¿Y qué es la Institucionalidad? La respondemos la semana que viene. 

Mario Ríos Santander 

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