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La Tribuna
Columnista

Presidente, por favor, no deje morir a Huachipato porque es trabajo y cultura en Biobío

Jorge Rivas Figueroa

Administrador Público
Licenciado en Ciencias Políticas

por Jorge Rivas Figueroa

La historia de la Compañía de Aceros del Pacífico va de la mano con la historia del desarrollo industrial en La Región del Biobío.

CAP, fue fundada en 1946 y tal como se lee en memoriachilena.gob.cl su nacimiento va de la mano con un proceso de crecimiento y apogeo industrial que tiene se fortalece, justamente, en Huachipato, creada 4 años más tarde (1950) gracias al trabajo conjunto entre el Estado (Corfo) y los privados, que hoy ponen en alerta la agonía del acero chileno.

Desde la segunda mitad del siglo XX, la existencia de Huachipato comenzó a generar empleos directos e indirectos y a su alero crecieron empresas tan grandes como Cementos Biobío y la conocida industria chilena de alambres, Inchalam.

Sus casi mil hectáreas ubicadas en la bahía de San Vicente permitían, estratégicamente, fortalecer una empresa que tenía salida directa al mar y que estaba conectada directamente con el tren (otra gran necesidad olvidada por las distintas administraciones de nuestro Estado, (¡Qué hermoso era recorrer esos ramales!)  Hoy los habitantes del Biobío tienen el acero en su sangre y eso podría perderse.

La mano invisible de la que alguna vez habló Adam Smith para regular los incipientes mercados capitalistas, ha provocado, que el acero chino entre a nuestro país sin barreras arancelarias que permitan mantener con vida nuestra producción, y eso mi querido lector, es la muerte segura de una industria que para la Confederación de la Producción y el Comercio, entrega 1200 empleos directos y 1200 indirectos, según lo declaró su presidente, Álvaro Ananías y que para los trabajadores y dirigentes, dejaría sin sus puestos a más de 20 mil personas, porque eso es lo que mueve Huachipato y ese es el impacto que puede provocar su desaparición. Léame con atención porque la muerte de la siderúrgica puede desestabilizar la economía regional y con ello, la nacional - en el corto plazo - porque no olvidemos que Biobío es uno de los motores que dan vida al país en cuanto a la generación de recursos y cultura, por decir lo menos.

Hace 77 años se invirtieron 87 millones de dólares y,  solo en el primer semestre, la usina registró 279 de déficit, acumulando pérdidas que superan los mil millones de la divisa en los últimos 14 años.

Así como el día que se creó, el Estado y los privados unieron sus esfuerzos para crear CAP, hoy los mismos privados que defienden el libre mercado piden al administrador, al presidente Gabriel Boric que los auxilie y eso, es hermoso para quienes consideramos que el Estado debe rescatar a este tipo de industrias, pero ojo, que el tema sea parejo, porque si el mandatario toma el peso a lo que podría significar la muerte de la siderúrgica, el privado deberá responder a los trabajadores. No se trata de una intervención que monopolice en manos del Estado la producción industrial, se trata de entender que uno no puede abusar del otro para beneficio propio y, por ejemplo, sumarse como CPC a un debate fiscal, porque si piden ayuda al Estado, es su deber moral cooperar con temas como "El pacto fiscal" o la tan necesaria Reforma Tributaria.

Es, en consecuencia, lamentable que se llegue a esta situación por una competencia desleal, en este caso con el acero chino. Los trabajadores y los empresarios están pidiendo que se tome alguna salvaguarda, que se tomen alguna medida, sobre todo definir ciertos niveles de importación de este material, porque Huachipato es una empresa que entrega muchas oportunidades, en especial muchas fuentes laborales.

Imaginar lo que implica el cierre para la región y para el país es lo que mueve estas líneas.

Como dirigentes, alcaldes, representantes de la ciudadanía y mandatados como interlocutores válidos de ello, lo que tenemos que hacer es - obviamente - luchar permanentemente para ser escuchados, para que el gobierno también considere y tome las medidas que permitan mantener con vida uno de los lugares más importantes del corazón productivo de la región. Un lugar que ya es carne y parte de la esencia del habitante del Biobío.

¡Presidente, si deja morir Huachipato dejará morir la economía regional, la cultura y la vida laboral de al menos, 20 mil personas!  Es su deber sentarse a conversar, tal como ya lo manifestó y, como siempre, sé y tengo la certeza que lo hará.

Jorge Rivas Figueroa

Administrador Público

Licenciado en Ciencias Políticas

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