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La Tribuna
Columnista

Las virtudes en la vida del libertador Bernardo O´Higgins

Instituto O´Higginiano

El Congreso va a instalarse y os dará sabias instituciones, pero ellas serán inútiles si no las adoptáis con aquella deferencia que prestaron a Solón todos los partidos que devoraban a Atenas" (Proclama de O´Higgins antes de su partida al Exilio)

por Instituto O´Higginiano

Agosto de 1778, agosto de 2023, han transcurrido 245 años desde que naciera uno de los hijos de Chile que marcó de manera indeleble la historia y el destino de nuestro país, el Libertador Capitán General Bernardo O´Higgins Riquelme, cuya figura y mensaje pleno de los valores que formaron parte de toda su vida cobran hoy especial vigencia y que, en los acontecimientos que vive la patria, se hacen más importantes y necesarios, no solo de recordar, se deben vivir. Volver la mirada hacia el pasado, con sus luces y sombras y con actos de sublime amor y heroísmo, así como de miedos y vergüenzas, como ha sido la historia de la humanidad, se debe hacer de la manera más honesta, cívica y republicana posible para rescatar todo lo que nos permita construir un mejor, más digno, más justo y humano futuro para la patria y nuestros hijos y sus hijos. En la numerosa correspondencia escrita por el Libertador que han recogido los historiadores, más allá de los actos de gobernante visionario que se adelantó más de 100 años a su época, de su preocupación por la educación del pueblo y la organización del parlamento y el inicio constitucional, queda patente en sus propias palabras el sentido de unidad nacional que anhelaba como un hecho fundamental en la vida y futuro de la patria. "No trepido en asegurar que siempre he considerado como lo más importante medida la unión de todos los chilenos" (Carta a Ramón Prieto, 1830). Del mismo modo como deseaba fervientemente la independencia de Chile, cualquiera que fuera el precio que tuviera que pagar. "Si mil vidas tuviera serían pocas para sacrificarlas por la libertad e independencia de nuestro suelo". (Carta a Florencio Terrada, 1812). Su amor por la patria no tenía límites, y así lo expresa: "Quiso el destino que debiera a Chile mi primer aliento. Mirar su suerte con vergonzosa apatía, sería violar uno de los principios que he sido enseñado a respetar desde que tengo uso de razón: que el sentimiento más grato a nuestro corazón, después del amor que debemos al Creador, es el amor a la Patria". (Carta a Juan Mackenna, 1842). Sentimiento que reitera al escribir: "Mis intereses personales son los que menos he cuidado en mi vida, principalmente cuando los de mi patria están de por medio, de esa patria que desde los 15 años fue el ídolo de mi corazón en la tierra y lo será hasta rendirle el último aliento." (carta a Agustín López de Alcázar, 1842). Abnegación que lo llevó a sacrificar toda su fortuna durante la guerra de la Independencia, sin cobrar, incluso sus sueldos como general y de formar y financiar la formación de milicias en Los Ángeles. Su capacidad de resiliencia para superar las vicisitudes que le deparó la vida, donde su irregular nacimiento le acarreó incomprensiones, muestran el mismo coraje y valentía que tuvo para enfrentar los peligros en los campos de batalla, ya que sin tener formación de soldado, es considerado como uno de los más brillantes generales de la independencia de América, capaz de ceder con desprendimiento y modestia el mando cuando frente el peligro que se cierne en Rancagua ante las armas enemigas, en carta a José Miguel Carrera, le dice: "Ud. debe ocupar el lugar de generalísimo. Es preciso salvar a Chile a costa de nuestra sangre. Yo a su lado serviré, ya de edecán, ya sirviendo cualquiera división o pequeña partida, o manejando un fusil. Es necesario para la conservación del Estado no perdonar clase alguna de sacrificios. Rancagua es el punto que ha de decidir nuestra suerte".

No es menor el amor que sentía por su familia, especialmente por su madre y hermana, y a pesar de no haber tenido casi ninguna cercanía física con su padre, en carta que le dirigiera en 1798, termina diciéndole: "Adiós, amantísimo padre, hasta que el cielo me conceda el gusto de darle un abrazo. Hasta entonces no estaré contento ni seré feliz." El valor, la honradez, la responsabilidad y la integridad eran propias de la personalidad del prócer.

La lectura de la vida del padre de la patria y el análisis objetivo que se haga de ella y de la circunstancia que le rodearon debe ser parte de la educación que reciben los estudiantes de hoy para entender que la construcción de la patria que tenemos ha sido un continuo que cada generación debe asumir con valentía y dignidad.

Instituto O´Higginiano Los Ángeles.

Agosto de 2023.

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