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La Tribuna
Columnista

Hablemos de vida y de muerte

Luis Rozas Mardones

Psicólogo

por Luis Rozas Mardones

Tiempo atrás, me correspondió vivenciar la partida de alguien muy valorado por mí, el dolor fue tremendo y en ese proceso, comencé a hacerme muchas preguntas, que pueden ser válidas también para ti, ¿Estamos preparados para dejar ir a un ser querido?,  ¿Tenemos la capacidad de sobrevivir a una pérdida?,  ¿Podremos salir de ese duelo?... las preguntas podrían ser amplias y luego de ello podríamos derivar a  ¿Por qué la gente buena fallece antes que los malos?, ¿Por qué me está pasando esto a mí?,  ¿Qué he hecho yo de malo para merecer esto?, la verdad es que este artículo fácilmente podría llenar toda la plana sólo con preguntas.

Pero seamos concretos, partamos de la base que nuestra propia existencia humana, es un milagro; más bien dicho un corto viaje milagroso, en donde nos dedicamos a aprender, a amar, a trascender y sin darnos cuenta, nos vamos apagando lentamente hasta nuestro ocaso, dicho de otra manera, no se podría hablar de vida, si no se hablara de muerte.

Por eso hay que naturalizar el relato, ya que al enfrentarnos a pensar o dialogar de la muerte, nuestra primera reacción será evadir el tema, pero este escape sólo dura hasta que la realidad llama a la puerta, y ahí, el sentimiento de pérdida nos puede generar un fuerte apego emocional hacia algo o alguien. Es verdad, sufrimos cuando alguien se va, podemos sentirnos indefensos, inútiles o destruidos, pero sabes qué... es parte de la vida misma.

Cada amanecer, damos un paso más hacia nuestro fin y tal como el ciclo de vida/muerte se repite a diario, no dejas de pensar con humanidad que cuando alguien fallece, quienes quedan acá deben lidiar con sus propios dolores; el simple hecho de reordenar la habitación, guardar la ropa, presenciar una silla vacía, sentir un aroma particular, entre otros, puede aplastarlos y dejarlos expuestos a una inexplicable sensación de vacío y sin sentido, que los retrata frágiles y revela sus emociones y sentimientos más sinceros...ese podrías ser tú.

Sabes, es evidente que nuestra propia existencia es muy fugaz, si apenas empezamos a disfrutar de la obra, cuando se comienza a anunciar la bajada del telón, no te olvides...somos instantes y, por eso, cada mañana al levantarnos debemos agradecer que tenemos una nueva oportunidad de hacer mejor las cosas. Entonces así, sencillo, debemos comenzar a vivir para nosotros mismos, siendo generosos con quienes amamos o nos aman...no lo olvides, la vida son sesenta minutos y ya han pasado cuarenta.

Te propongo que en tus conversaciones familiares, incluyas el tema de la muerte, si está más que claro que no la podremos evitar, de manera tal que cuando tengamos que recordar a quien se nos adelantó...el primer sentimiento no sea el dolor, sino que sea el amor, la vida se acaba, no así los recuerdos que deben reflejar cariño, amabilidad y empatía. Un día seremos nosotros los que habitemos ese cajón y resolver a tiempo, toda la tramitación mundana que viene con este duelo,  también en es un acto de nobleza, tal vez el último

Finalmente, sólo me resta decirte, que si estás viviendo el duelo, llegó el momento...hay que soltar, no retener lo que no se puede, aceptar que la pérdida de un ser querido es parte del ciclo vital y si lo hacemos, realmente podremos dejar que descanse en paz, para poder seguir creciendo.

Piénsalo hoy con frialdad para saber qué te queda por hacer y vívelo mañana con amor; si haces las cosas bien hoy, la muerte será solo el comienzo de tu legado...piensa en estas humildes palabras y ¡Que tengas un maravilloso día!

Luis Rozas Mardones, psicólogo.

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