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Columnista

Educación que no se ha tenido

Alejandro Mege Valdebenito.

por Alejandro Mege Valdebenito.
"El éxito está basado en una sociedad como media materialista, de tener cosas, de tener bienes. Pero el éxito para mí radica en que la persona se llene el alma, se realice, pueda sentirse a goce con lo que hace en la vida, ahí hay una cosa filosófica para qué uno viene a la vida, la razón de ser y qué sé yo..."

Del libro: Educación: La promesa incumplida.

En una reunión familiar con motivo de la celebración del Día de la Madre, nos reunimos un grupo numeroso de personas con abuelas madres, hijas madres, hijas e hijos nietos y, por supuesto, los varones padres e hijos padres de tres generaciones donde, después de las palabras del merecido reconocimiento a las madres, del brindis de rigor y de haber compartido fraternalmente un generoso almuerzo, la conversación de los mayores derivó - mientras los menores tenían sus propias conversaciones, al parecer más livianas y entretenidas - con distintos argumentos, énfasis y convencimientos, en materias contingentes, como son, entre otras: la política y la educación, entremezclada inevitablemente la conversación con la situación que se vive como país en materias de delincuencia, inseguridad, narcotráfico, terrorismo (con letras grandes) que han provocado destrucción, dolor y muerte; de la inequidad  social, del deficiente sistema de salud (a pesar de los esfuerzos de los funcionarios del área). Hablamos de economía y trabajo -que, sin expertos, la vivíamos y sufríamos a diario- así, por algunos momentos, nos convertimos en ciudadanos conscientes del rol que cada uno juega o debe jugar en la sociedad de la que forma parte. Cada cual expresó sus visiones y expectativas y si bien con matices y diferencias en los enfoques sobre las materias que se discutían (y no podía ser de otra manera ya que el parentesco  y la amistad no impide tener ideas y adhesiones distintas, pero ser capaces de dialogar), coincidimos en lo disperso y radicalizado de la política y de lo mal que está, dígase lo que se diga, transversalmente la educación chilena, educación que constituye la base sobre la que se construye el capital humano, se edifica todo el sistema social y económico y se consolida el futuro de las generaciones de relevo y del país. Donde  mis argumentos no resultaron muy convincentes para defender o justificar el estado de la educación pública, defensa que he mantenido durante muchos años por considerarme un producto de ella, como lo han sido y son, también, muchos destacados miembros del poder judicial, del parlamento, la política y del empresariado, que estudiaron en la educación pública, incluso de manera gratuita fue cuando se afirmó que la educación ya no tenía remedio e iría de mal en peor, afirmación con la cual la clase política parece estar de acuerdo porque  hacen poco o nada para mejorarla. Esa realidad ha sido recogida en el libro "Educación: La promesa incumplida. Esfuerzos, miedos y esperanzas de familias chilenas en el mercado escolar" /2022), producto de la investigación realizada por cinco docentes e investigadores chilenos que recoge el testimonio de 200 padres y madres de diferentes clases sociales de distintas ciudades chilenas, de cómo han vivido el "desafío de educar" a la siguiente generación, tratando de determinar cuánto ha marcado a las familias el modelo de mercado escolar que caracteriza nuestro sistema educativo donde el mercado escolar condiciona y orienta la oferta educativa hacia determinados proveedores de educación  y donde la educación, responsabilidad del Estado, es la que menos atención tiene. El libro narra la crudeza de las experiencias de padres y madres participantes en esta investigación ("La educación está, si tu pagaís tenís buena educación, si no pagaí, no po") y ("Siempre pensé pal centro, colegios municipales  emblemáticos. Yo le decía a mi hija "tenga buenas notas" porque así yo la puedo ayudar a otros colegios) y son las familias de menores recursos las que tienen pocas o ninguna posibilidad de educar a sus hijos que no sea la educación pública y esa es la promesa incumplida del Estado y la sociedad chilena y sigo creyendo que la educación pública puede ser mejor si todos, no unos pocos, ayudamos a lograrlo. El Estado y los políticos tienen que hacer suyos el sueño de un mejor futuro de nuestra niñez y juventud. Así, espero que, cuando nos reunamos de nuevo para celebrar a las madres, podamos celebrar también los mejores resultados de la educación pública.

Alejandro Mege Valdebenito.

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