Hace tres años se contabilizaban más de 160 pasajeros al día que, una vez que arriban al aeropuerto Carriel Sur de Concepción, inmediatamente a continuación deben emprender un viaje de poco más de una hora y media más para llegar a la ciudad de Los Ángeles. Se trata de pasajeros que, en su gran mayoría, arriban a la capital de la provincia de Biobío por motivos laborales, principalmente de grandes empresas de los rubros forestal, de servicios o energía.

Los datos fueron obtenidos en un levantamiento de información realizado por el Consejo Provincial de Turismo Público-Privado (Contur) de Biobío, a partir de los antecedentes proporcionados por los operadores hoteleros de la capital provincial.

Aunque los datos deben ser actualizados, de todas maneras sigue siendo representativo de la necesidad de contar con un servicio de transporte aéreo de pasajeros entre el aeródromo María Dolores de la ciudad de Los Angeles con el aeropuerto de Santiago, en la capital.

Cuando a mediados de la década pasada se reflotó la idea que la terminal aérea retomara sus operaciones en la capital provincial, después del fin de sus servicios de la línea Alta, ha corrido bastante agua debajo el puente. En principio, parecía ser un asunto de simple voluntad para interesar a las líneas áreas y que se pusieran manos a la obra a la brevedad. Sin embargo, con el correr del tiempo, se detectó la necesidad que el recinto y la pista debían ser sometidas a una serie de mejoras para permitir el aterrizaje de aviones de mayor tamaño.

De hecho, recién el mes pasado culminaron las obras de conservación mayor del aeródromo María Dolores de Los Ángeles, cuya inversión fue bastante sustantiva: superó los 3 mil 700 millones de pesos. Las faenas estuvieron a cargo de la Dirección de Aeropuertos del Ministerio de Obras Públicas y consistieron en intervención en el área de movimiento, franja de seguridad, catavientos y señales, cercos y portones de acceso, camino perimetral, entre otros avances que consideran su conservación estructural, aumentando la resistencia de cargas y extendiendo su vida útil.

De esta manera, la terminal está en condiciones para recibir vuelos comerciales, por lo que estas mejoras van en la línea de seguir dotando de mejor infraestructura a este terminal aéreo.

En paralelo, se está realizando, con participación de la ciudadanía, de un estudio de demanda que proyecta la ocupación del servicio aéreo entre los años 2025 y 2050, con el fin de demostrar la viabilidad de realizar vuelos comerciales, tanto desde el punto de vista de la inversión pública a ejecutar como de la rentabilidad para las líneas aéreas privada.

Ciertamente que se trata de una necesidad. Sin embargo, a diferencia de los procesos anteriores que apelaron más bien a un voluntarismo que a datos concretos para reabrir las operaciones aéreas, ahora se ha optado por el camino - más lento, por cierto - de realizar todas las inversiones que sea necesarias para el arribo de aviones comerciales y de contar con información precisa sobre la demanda de pasajeros.  Porque, más temprano que tarde, lo realmente importante es que los vuelos comerciales volverán a la capital provincial.