La historia que quiero contar, comienza temprano por la mañana, cuando el sol aún reposa y con escasa luz, sale de su casa... sus hijos duermen contentos soñando su compañía, con la esperanza de los juegos que sólo papá o mamá pueden regalarle, muchos de los cuales no se cumplen ni se cumplirán... El deber llama y por eso este (a) representante de la ley, sale silencioso (a) de casa, da lo mismo si el camino es largo, el clima arrecia o el trabajo queda lejos.

En la ciudad, en el campo o en la cordillera, a esa hora todo es oscuridad y el amanecer avanza lento, por eso mientras se desplaza por las solitarias calles, su alma conecta con la responsabilidad y deja ver sutiles destellos de plata, que adornan su cabello y surcos bajo relieve, cruzan su rostro de lado a lado, recordando el paso del tiempo ante el cual sin embargo, se mantiene la potente luz de su vocación...ya inicia la incierta jornada, tantas veces eterna y con horario de entrada, no así de salida.

Pero ¿De dónde vienen?, la respuesta es muy simple todos ellos (as) provienen del corazón ciudadano, hijos (as) de padres esforzados, humildes, sencillos y nobles, que entregaron su preciado retoño a país, para cumplir una labor muchas veces incomprendida, pero siempre amada por la gente de bien, portadores del mayor sentido patriota, que difícilmente se encuentra en otras policías del mundo.

Es singular pensar, que ellos (as), no solo lo visten prendas de color característico, sino que de manera invisible, los cubren sus valores, educación y principalmente aquellas condiciones excepcionales que los hace diferentes y especiales, pero que solo es el reflejo de su inmensa humanidad.

De esta manera y en el día a día a día, es posible ver en regio corcel, bicicleta, moto, radiopatrulla o simplemente caminando, a muchos (as) que un día escogieron esa profesión, con apariencia sobria y confiable, donde habita además el también al abuelo, padre, hijo, amigo o vecino...todo en la misma persona, encarnando la ley, como figura viva.

La figura de un Carabinero, merece respeto no solo por su labor, sino también por su sacrificio diario y silencioso, piense en lo siguiente, cuando todos están libres, el (ella) trabaja, cuando alguien tiene un problema (el que sea), en la primera persona que piensa es en el (la) Carabinero (a), ya que su sola presencia da tranquilidad y puede resolver el conflicto ajeno, marcando la frontera invisible entre el bien y el mal.

Por eso, si en su aniversario o en cualquier fecha, ve a un Carabinero (a) salúdelo (a), ese uniforme esconde una persona igualita a usted, que siente frio o calor, que se cansa, que tiene problemas como todos, pero con la única diferencia, que en algún momento de su existencia, juró defender los intereses y vidas de otros, renunciando a su felicidad, con el único premio se saber que puede ayudar cuando usted lo necesite, sea ello desde este mundo o desde el cielo, porque la vocación grabada a fuego en su corazón, no termina con la muerte...¡¡

Feliz 96° aniversario, Carabineros de Chile y muchas gracias por tanto!!

Luis Rozas Mardones, psicólogo.