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La Tribuna
Columnista

La tristeza del desengaño

Jorge Rivas Figueroa

Administrador Público
Licenciado en Ciencias Políticas

por Jorge Rivas Figueroa

Se ha reconocido desde siempre que las municipalidades son la primera puerta que el vecino/a golpea para exigir la recurrencia del Estado y en cada una de las 346 casas consistoriales los alcaldes, alcaldesas y equipos municipales nos desvelamos por entregar pronta solución.

Nos dejaron en nuestras manos la salud primaria, la educación y tantas otras materias, algunas con financiamiento, otras simplemente sin nada, como ha sido la "Ley Cholito", la ley que dio vida a las direcciones de seguridad comunales y (tras los incendios forestales del verano) la ley que permite crear la Dirección de Gestión de Riesgos y Desastres. En definitiva, solo podemos dar medidas de mitigación a las demandas de los habitantes de cada una de estas comunas, todo mientras el Estado y su aparataje luce una burocracia oxidada que nos hace recordar las fuertes críticas de Mario Moreno Cantinflas al servicio público en su película "El ministro y yo".

En esa obra, el actor mexicano va a la etimología de la palabra, recordando que esta viene del francés Bureau (escritorio) y del griego (cratie), para explicar que los funcionarios/as del Estado en México tienen el "poder del escritorio" y para criticar su mal uso en desmedro de las personas.

Pero seamos claros, mientras una de nuestras labores es estar día a día para nuestros vecinos/as, lo cierto es que también debemos pensar en el futuro y en el bienestar de los mismos, pero ahí chocamos una vez más con el poder del escritorio mal utilizado. Es la tristeza del desengaño, tan bien relatada por "La Renga".

Solo como ejemplo, diré que nos demoramos más de 10 años en comenzar a construir 140 departamentos sociales. En el transcurso de ese tiempo, murieron postulantes y no es una crítica fuerte, porque existen comités habitacionales con más de 20 años de vida, lo nuestro es un caso excepcional.

Pero los temas no terminan ahí, porque los cambios de gobierno y los ajustes que se hacen al interior de estos, también influyen -  y, que me desmientan si no es verdad -  podemos hablar varias veces en un ministerio con distintos ministros sin que el sueño se vuelva concreto, parece una burla, pero ese es nuestro Estado. Se trata de la falta de visión del poder central, lo que me gusta llamar "la ceguera centralista".

Otro ejemplo de una burocracia mal entendida es lo que hemos vivido con el ingreso norte de Mulchén, con un puente que sabemos debe ser cambiado y con un camino que implique seguridad de sus conductores. Van más de 10 años desde que presentamos la idea y hoy, a solo un par de años de terminar este tercer periodo, todo parece apuntar a que no pasará nada, pese a las promesas de los ministros, subsecretarios, seremis y delegados que he visto en estos casi doce años de mandato.

Pero si hay algo que duele, es ver cómo este monstruo llamado Burocracia, cuyo objetivo fue ordenar todo proceso administrativo del Estado, es alimentado por personas y no por fatigas de un sistema jerárquico que hasta en los papeles o documentos (como quiera llamarlo) es lento, pero reitero, el dolor no nace a partir de ello, sino a partir de la desidia, de la falta de empatía y de un egoísmo mal entendido que - basado en un poder sin sentido - bloquea los avances y toda iniciativa positiva que destinamos al Bien Común.

Muchas veces la burocracia y quienes la alimentan son los responsables del fracaso de ideas locales, como por ejemplo un puente en Mulchén o, peor aún, en Alto Biobío, donde el Estado simplemente llega con dificultad.

Ya no basta una orden directa de un ministro, del presidente de un directorio estatal o del propio presidente/a de La República, hay que sentarnos y hablar de cómo una persona es capaz de asesinar el sueño de todo un pueblo, simplemente porque no quiso hacer u olvidó la orden de un superior político que cambia en cada elección o en un mismo gobierno. La Burocracia era perfectible, pero los seres humanos la convertimos en un monstruo.

Jorge Rivas Figueroa

Administrador Público

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