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Columnista

Es el tiempo de los laicos

Macarena Villarino H. Periodista. Miembro del directorio Fundación Voces Católicas

por Macarena Villarino H. Periodista. Miembro del directorio Fundación Voces Católicas

La crisis de las instituciones llegó para quedarse. Al menos por un buen tiempo y a nivel global. Hay malestar, impaciencia y cansancio frente a la sensación de abuso y maltrato. Las encuestas muestran cómo cae la confianza en la gran mayoría de las instituciones que hasta hace no tanto tiempo eran sinónimo de poder.

El caso de la Iglesia no es muy distinto. En la última encuesta Bicentenario UC 2021 sólo un 19% de los católicos de la muestra asegura confiar en ella. Las iglesias tradicionales se quedaron sin voz y sin autoridad, comenta el historiador Joaquín Fermandois. Y en esa línea agrega el sacerdote Jordi Pujol, profesor de la Universidad de la Santa Cruz, El miedo de la Iglesia es caer en la irrelevancia. Es que hoy, junto con diluirse su otrora evidente poder, la Iglesia se ve enfrentada a la posibilidad cierta de convertirse en un actor irrelevante en el complejo escenario social mundial. La crisis de confianza ha tocado al corazón de la Iglesia con las misma fuerza que a las demás instituciones sociales. Y así como vemos que el eje del poder se desplaza hacia la sociedad civil, en la Iglesia el poder empieza a recaer de manera más evidente en los laicos.

Los abusos cometidos por sacerdotes han generado daño, desilusión, alejamiento, dolor y rabia. A la falta de credibilidad se suma que parte de la Jerarquía ya no goza de la misma autoridad. En este escenario toca asumir a los laicos la responsabilidad de hacer entre todos la Iglesia: sacerdotes y laicos, cada uno desde su lugar y cumpliendo labores propias y diferentes pero interconectadas. Los mismo laicos que, desde las más variadas realidades simplemente creemos, a pesar de los errores humanos, en la Iglesia fundada por Cristo hace más de dos mil años. No formamos parte de la Iglesia porque sea una comunidad de santos sino porque seguimos a Jesucristo que sí es la santidad total aclara Mariano Fazio, Obispo Auxiliar del Opus Dei.

Para Mary Ann Glendon, profesora de Harvard, la misión propia de los laicos es llevar el fermento cristiano a todos los ambientes de la sociedad y para eso es necesario que estén bien formados y en esa línea, el Concilio Vaticano II, dice que lo propio de los laicos es llevar la palabra y el ejemplo cristiano a todos los rincones del mundo mediante la fe y la gracia de la palabra haciendo brillar la fuerza del Evangelio en la vida cotidiana, familiar y social.

El Papa Francisco habla de una nueva evangelización a partir de los laicos y llama a fomentar la cultura del encuentro en una sociedad fracturada por la desconfianza, a tender puentes y derribar muros con serenidad, alegría y espíritu constructivo, anteponiendo lo que une, acogiendo las distintas realidades y empatizando con misericordia. El Papa Benedicto XVI agrega: Necesitamos laicos comprometidos, con coraje, bien formados, capaces de salir a evangelizar a las periferias geográficas y existenciales. El cometido de los laicos es mostrar con el ejemplo diario en la casa, familia, trabajo, y a través de la amabilidad, la honestidad, el buen trato, el trabajo bien hecho, la generosidad, la justicia, etc., de qué se trata ser Iglesia viviente.

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