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Columnista

La nomenclatura en "Archers paradox" como propuesta conceptual

Johana Martin Mardones, Artista Visual y escritora. Directora de AlumniUdeC

por Johana Martin Mardones, Artista Visual y escritora. Directora de AlumniUdeC

La propuesta que abrió la Galería de Arte Virtual de la Universidad de Concepción, campus Los Ángeles, del artista mexicano Emilio Said, fue presentada originalmente en la Sala del Olimpo, en Mérida México el año 2019 bajo el nombre Archeru2019s paradox, aludiendo a la paradoja del arquero. Se trata del resultado de una investigación que Said desarrolló hace varios años cuya nomenclatura admite la conjunción de diversos elementos y, en ese acto, desestabiliza modelos explicativos contemporáneos.

Si sólo nos centramos en el título, tendríamos que pensar que el concepto paradoja no es aplicable en la acepción misma de la palabra. Las flechas incrustadas en el piano se insertan en distintos lugares, como si el propósito del artista fuera intensionar la trayectoria de cada flecha en un lugar distinto accionando, en ese acto, conceptualmente la paradoja. La contradicción se produce porque las flechas han sido expulsadas para intersectar distintos lugares, en contraposición al ejercicio que ejecuta el arquero cuyo valor está en la exactitud, no obstante, el artista no busca la asertividad, sino todo lo contrario. La asertividad, en ese orden, no es asertiva, ni menos aún necesaria en la propuesta paradojal de Said. El elemento expulsado por el arco, en el error de tiro, busca su propio recorrido, el encuentro con algo. La relación espontánea con lo otro que (re)produce el suceso crea múltiples posibilidades de encuentro y relación con lo que se conecta más allá del piano como primer elemento de choque.

La producción reflexiona en dos niveles: uno dado por la relación del movimiento objetual, cuyo símbolo mayor es el piano con las flechas,  complementados con los elementos en posición horizontal puestos en la pared tensionando la relación holística que el arte sostiene como lenguaje multidireccional; y el otro, la relación de ese lenguaje con la obra bidimensional, figurado por los trabajos colgados en la pared con grafismos en los que mínimamente reconocemos elementos, más bien son configuraciones espaciales armónicas, alusión a geografía territorial con grafismos y manchas.

La pérdida de identidad como recurso conceptual

El piano con las flechas de colores, icono articulador de la escena, cuerpo mayor que indaga desde su propia configuración como objeto axial atemporal, establece múltiples acciones de captura y síntesis. El piano, concebido como instrumento musical, pierde el carácter para el cual fue concedido (identidad) y se establece como objeto portador de significado al ser trasladado a la sala de exposición (mundo del arte) junto a elementos que lo desplazan (ubicación). El objeto (piano), intersectado por cada flecha, pierde paulatinamente su carácter conmutando a un sistema de signos referenciales escenográficos; para citar al artista: gesto poético y evanescente. El diálogo con los elementos que lo acompañan fricciona las relaciones posibles que la flecha, en tanto símbolo, distribuye en múltiples cortes (re)creando escenas conjeturales.

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