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Columnista

Ley Sophia: una ley que nace de la histeria colectiva

Leslia Jorquera

Francisco Muñoz Almendras, Ciudadano.

por Leslia Jorquera

Luego, aparece algún político de turno que nunca hace nada, pero que tienen olfato para aprovecharse de atrocidades como éstas y hacer la cuña del siglo frente a los medios de comunicación, rasgando vestiduras y ofreciendo leyes exprés.

Cada cierto tiempo nuestro país observa crímenes que dejan en shock a la sociedad entera y que nos hacen perder la fe en la humanidad por la crueldad con la que ésta muchas veces llega a actuar, más aún cuando estos actos atentan contra nuestros niños. Hoy nos toca la violación y asesinato de Sophia.

Pero, me temo decir que no necesitamos una Ley Sophia. ¿Qué? ¿Cómo me atrevo a decir eso? A riesgo de que la histeria colectiva me quiera crucificar, me explico: Cada vez que ocurren casos como estos se repite el mismo patrón: Aparecen los mismos de siempre, los que nunca hacen nada por nadie y se sientan frente a alguna red social para ganar “me gustas” haciendo de chacales de la trompeta, dejando mensajitos, fotos y hashtag exigiendo que las autoridades se hagan cargo de todo el problema desde la comodidad de su silla. Que otros solucionen el problema, una actitud que tiene nuestra sociedad desde que Chile es Chile.

Luego, aparece algún político de turno que nunca hace nada, pero que tienen olfato para aprovecharse de atrocidades como éstas y hacer la cuña del siglo frente a los medios de comunicación, rasgando vestiduras y ofreciendo leyes exprés. Así se aseguran de salir en la portada de algún diario nacional con el proyecto relámpago y usarlo como caballito de batalla para ir a alguna reelección.

Finalmente pasa el tiempo, el tipo de redes sociales que nunca hace nada por nadie ganó sus “me gusta”, el político aprovechador sale reelecto y la gente se olvida de lo que pasó hasta que aparezca un nuevo caso y de vuelta al mismo círculo, sin solucionar absolutamente nada. Los mejores ejemplos: Ley Zamudio y Ley Emilia, aún matan homosexuales y hay ebrios atropellando personas.

El abuso infantil es un tema gravísimo y no puede ser que tengamos que esperar cada cierto tiempo crímenes como estos para que la gente recién comience a actuar.

En Chile, nuestras leyes contemplan un castigo máximo para casos como éste, el castigo se llama “cadena perpetua calificada”, esto significa que tendrán que pasar 40 años cumplidos para recién pedir algún beneficio carcelario, y para conseguirlo es casi imposible.

¿Y la pena de muerte? Es inservible como “escarmiento” para los criminales. Me explico, ¿Piensa usted que alguien que es capaz de violar y matar a su propia hija, se va a detener porque lo van a matar? No creo que esa mente enferma en ese momento diga “Oh, estoy violando, debería detenerme porque me van a matar”.

El mejor ejemplo es Estados Unidos, casos como el de Sophia o que tengan como condena la pena de muerte son pan de cada día ¿Entonces, es una solución? No lo creo, al contrario, es un alivio para la bestia.

Ahora, la violencia infantil es consecuencia de un problema cultural y no de tipo penal. Me temo que aquí todos somos culpables de esto, y entre todos debemos hacernos cargo. El mejor ejemplo de la complicidad de la sociedad por la violencia infantil es el caso del Sename, con niños violados y muertos.

Ahora me dirán que el tema no es cultural, ¿Qué pasa con los que con orgullo dicen que cuando chicos, los papás les pegaban y nunca crecieron con ningún trauma? ¿Lo ve? Ahí está, legitimización de la violencia infantil.

No sacamos nada con rasgar vestiduras, hacer juicios en las redes sociales, tirar piedras o exigir la pena de muerte si no comenzamos a pararle la mano a la violencia que día a día, escondida en pequeños detalles, no son cambiadas en nuestra cultura. Las sociedades no se construyen matando y violando.

Nosotros como sociedad hemos adquirido una deuda tremenda con Sophia y con todos los niños que han, están y serán violentados mientras nos quedamos publicando mensajitos y fotitos con el hashtag. Y me temo que no podremos pagar esa deuda con leyes exprés ni mucho menos fusilando en el paredón a la bestia de turno. Que no quepa la menor duda de eso.

Reitero, esto se debe trabajar a nivel cultural como sociedad, no a nivel penal. De vez en cuando hay que usar la razón y no la emoción. Chile es una mesa para todos.

Francisco Muñoz Almendras, Ciudadano.

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