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Columnista

Mordeduras en niños y niñas. ¿Qué hacer?

Leslia Jorquera

Andrea Saldaña León.

Directora Regional Junji Biobío

por Leslia Jorquera

“Muchos de los niños y niñas muerden por no saber expresar sus deseos, sentimientos y necesidades”

Las conductas mordedoras son consideradas normales cuando se presentan hasta los 30 meses de edad. Muchos de los niños y niñas muerden por no saber expresar sus deseos, sentimientos y necesidades; por lo tanto, esta conducta debería disminuir con la adquisición y desarrollo del lenguaje. Pero lo primero y para poder comprender esta situación debemos entender por qué los niños muerden.

Los más pequeños del hogar pueden morder por distintos motivos, lo importante es descubrir las causas que está provocando la conducta mordedora, entonces es fundamental el rol que deberá cumplir el adulto “un adulto sensible”, capaz de entender el motivo de por qué está realizando la conducta mordedora. Por ejemplo, en el caso  de los niños de un año de edad muerden a sus pares o adultos, para aliviar los malestares que sienten en sus encías, debido a la dentición. El niño o niña menor de tres años, cuando tiene dificultades en expresar su frustración realiza conductas mordedoras. Le es muy difícil comunicarle al adulto o algún amigo/a un “no quiero que me toques tan fuerte, me duele mucho”; “esto no me está resultando como yo quiero y menos como yo lo planifiqué”. A veces  quieren que el adulto lo tomen más en cuenta y una forma rápida de llamar la atención es cuando muerde a alguien. Hay que entender que desde el inicio de sus vidas, ellos aprenden a descubrir el mundo a través de los sentidos y al morder, exploran el objeto o una persona.

No hay que gritarle ni castigarle porque finalmente estaríamos comunicándoles que la agresividad es la forma apropiada para expresar nuestras emociones, en este caso: nuestro enojo. Por ello, le aconsejamos conversar con el niño o niña y preguntarle lo que le pasa, lo que le molesta, lo que no le gusta. La experiencia de nuestras educadoras de párvulos y técnicos en educación parvularia es hablar con las familias y reflexionar acerca de la causa de la conducta. ¿Estará molesto?, ¿no le agrada lo que están haciendo con él?, ¿tendrá hambre?. Y transmitirles que es primordial corregir de inmediato la conducta inadecuada y enseñarles la adecuada. Si muerde por necesidad o estímulo oral, es conveniente pasarles objetos adecuados para morder (de gomas). Identificar conductas que estresan al niño es imprescindible, para extinguir la conducta. El trabajo sistemático entre los integrantes de la familia y/o personas a cargo, es fundamental. Aunque prohibir una conducta no significa que el pequeño entienda de inmediato cuál es la conducta acertada. A los niños hay que servirles con el ejemplo, mostrando nuevas formas de relación, utilizar el lenguaje, esperar turnos, pedir prestado, ser amable con sus amigos. Y si la conducta persiste a pesar de realizar lo antes señalado, será conveniente la intervención de profesionales del área de la salud.

Es importante tener siempre en consideración en este contexto, que estas conductas mordedoras afectan a otros niños y niñas, por lo que el adulto deberá siempre estar alerta, atender primero al niño mordido y expresarle al que muerde que la acción ocasionó dolor y no se debe realizar. Cuando el niño exhiba conductas positivas, como pedir un juguete a otro niño, debemos elogiarle, valorarles cuando estén jugando tranquilamente con otros pequeños. La paciencia y atención permanente es la clave del éxito, pídale a nuestro equipo educativo que lo guie en este proceso de enseñanza y aprendizaje que puede ser lento o rápido, pero el amor y cariño siempre deben estar presentes.

Andrea Saldaña León.

Directora Regional Junji Biobío

 

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