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La Tribuna
Columnista

Tejiendo nuevas formas de relacionarnos

Leslia Jorquera

María Elisa Neumann Vásquez

Psicóloga clínica y académica Facultad de Psicología

Universidad San Sebastián

por Leslia Jorquera

Las teóricas feministas de la terapia familiar proponen un modelo caracterizado por la simetría de los roles, en el cual tanto la mujer como el hombre  desempeñan tareas tanto instrumentales como expresivas, en lo laboral y lo afectivo. 

 

En el trabajo con familias, tengo el privilegio de ser testigo de historias de coraje, de valentía, de cambio.  Estas “revoluciones” son reflejo también de transformaciones que estamos viviendo a nivel social, en el malestar que se visualiza en las calles, a través de manifestaciones en el espacio público, y que son expresión de una incomodidad, de una piedra en el zapato, que nos invita a reflexionar y movilizarnos hacia el deseo de cambiar. 

Una de estas dimensiones del cambio se relaciona con el cuestionamiento cada vez más visible y explícito respecto al patriarcado. Expresiones de violencia de género son cada vez menos toleradas, lo que nos ayuda a avanzar como sociedad hacia la construcción de nuevas formas de relacionarnos. 

Respecto a la familia, la visión patriarcal tradicional plantea la complementariedad de roles, donde las tareas instrumentales como las de ganar dinero a través del trabajo corresponde a los hombres, y las tareas emocionales, tales como fomentar, crear y mantener las relaciones y criar a las hijas e hijos, corresponde a la mujer. En este modelo tradicional, la organización del poder está basado en la jerarquía masculina.

Los efectos en la salud mental que conlleva esta organización familiar están bastante documentados, especialmente en las mujeres. En esta forma de construir familia, desde el modelo patriarcal tradicional, las mujeres realizan aquellas tareas que los hombres prefieren no hacer, como por ejemplo las labores domésticas y el cuidado de niñas y niños, y no compiten en aquellos terrenos que los hombres seleccionan como sus dominios, es decir, el logro personal, el trabajo y las finanzas, con un acceso desigual de cada individuo a la opción de su rol. 

En contraste con la visión tradicional patriarcal de la familia, las teóricas feministas de la terapia familiar proponen un modelo caracterizado por la simetría de los roles, en el cual tanto la mujer como el hombre desempeñan tareas tanto instrumentales como expresivas, en lo laboral y lo afectivo. Este modelo refleja un criterio igualitario del poder entre hombre y mujer y un enfoque más democrático y consensual de la crianza de hijas e hijos.

La invitación es mirar las ideas de base con que estamos construyendo familia y desde ahí, cómo nos relacionamos con los demás en nuestro ámbito familiar, desde nuestro ser mujer / ser hombre y preguntarnos si esta forma de relacionarnos tiene que ver con un estereotipo de género (la explicación que señala que algo es natural, porque es mujer, porque es hombre). A partir de esta pregunta, que nos abre a reflexionar y a cuestionar la visión patriarcal, la invitación es explorar nuevas formas de relacionarnos, basadas en el aprecio y valoración profunda y mutua de las diferencias.

En el espacio personal vamos construyendo las transformaciones sociales. Como dice Kate Millet, feminista norteamericana, “lo personal es político”.

María Elisa Neumann Vásquez

Psicóloga clínica y académica Facultad de Psicología                   

Universidad San Sebastián

 

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