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Columnista

"Pinocheques", corruptos forever (Primera parte)

Leslia Jorquera

Ives Ortega

Poeta

por Leslia Jorquera

Con el apuro de los trámites no hubo tiempo para leer los titulares en alguno de los kioscos de camino, tampoco había notado alboroto alguno aquel 28 de mayo de 1993, cuando la mojigatería de los consensos una vez más se pondría a prueba, como sucedió en diciembre de 1990.

 

Aquella mañana Ricardo, cruza la calle Moneda para entrar al edificio de la Intendencia  donde  dejaría por valija uno de los tantos sobres que lleva al interior del maletín, junto con los cheques que depositar, y cuentas por pagar de la oficina y domiciliarias, de las secretarias, que el de los mandados consentía por esa cuota de urbanidad del idiota que llevamos dentro. Habría que correr el doble, desde temprano dejar los pies en la calle y en largas filas esperando el turno, tendría que resolver todo pronto, antes que el guardia de siempre le cierre la puerta en la nariz, y ya le dieron pasada las tres de la tarde. Dentro del Banco, la fila no se mueve, siendo esta una vez más que el junior se queda sin almorzar, -“no sé por qué Ricardo está tan delgado”- comenta doña Jacqueline, la patrona.

En la Intendencia, acuden con prisa subiendo las escaleras de a dos y de a tres entre burócratas y reconocidos políticos, -se ven inquietos y pálidos-. Apenas el señor de la recepción pone el timbre en el libro de correspondencia -“Váyase a su casa amigo, los militares van a dar otro Golpe”. -¿Qué sucedió caballero? Consulta preocupado. – tome, ahí tiene, le extiende un periódico.  Con el apuro de los trámites no hubo tiempo para leer los titulares en alguno de los kioscos de camino, tampoco había notado alboroto alguno aquel 28 de mayo de 1993, cuando la mojigatería de los consensos una vez más se pondría a prueba, como sucedió en diciembre de 1990, con Pinochet ordenando “el acuartelamiento de las tropas”, apenas iniciado el primer gobierno de transición. La información llegó a la prensa, y de la prensa a las calles, y así lo publicaba La Nación: “Reabren caso cheques del hijo de Pinochet”, caso por el que era investigado Augusto Pinochet Hiriart, hijo del ex dictador Augusto Pinochet Ugarte y de su esposa Lucía Hiriart, que estaba siendo investigado por la venta de Valmoval, empresa encargada de la administración de fusiles, que era parte de la institución militar y que se había declarado recientemente en quiebra. La transacción fue pagada por su padre, Augusto Pinochet, como comandante en jefe del Ejército, a través de tres cheques -los llamados “pinocheques”- por un monto cercano a los 3 millones de dólares. Aquel otoño del ‘93, Pinochet inició nuevas presiones, esta vez más claras, con un “Ejercicio de alistamiento y enlace” reuniéndose en el Edificio de las Fuerzas Armadas, frente al ala sur del Palacio de Gobierno, con militares boinas negra en traje de combate, con sus rostros mimetizados y fuertemente armados rodeando el edificio.

Ricardo, caminó con ligereza hacia la Alameda, se dio cuenta que el Ministerio de Obras Públicas estaba de puerta cerrada. Aquella mañana de martes fría, el junior llegó casi corriendo hasta los pies de los militares, una cincuentena de civiles habían llegado antes, unos llegaron por la curiosidad de los cara pintada, otros como Ricardo estuvieron dispuestos a defender con su vida -sacando esta vez a relucir la cuota de imbécil que llevamos dentro- esa pensada democracia por la cual se había luchado. La presión se hizo notar por 5 días, acentuada por la ausencia del Presidente Aylwin que no se encontraba en el país, los rostros hablaron y las demandas de Pinochet fueron atendidas y resueltas. En lo referido a los juicios de derechos humanos, Aylwin anuncia un Proyecto de Ley para “agilizar los procesos”, luego con Eduardo Frei Ruiz-Tagle al mando, la causa “pinocheques” debe pasar por la Corte Suprema, en esta ocasión, la oficialidad del Ejército  se disfrazó de civil, para acudir a un “picnic” en las afueras del Penal de Punta Peuco, donde cumplían condena militares acusados por violaciones a los derechos humanos. Frei, ordenó al Consejo de Defensa del Estado que cerrara el caso definitivamente, invocando “Razones de Estado”.

Ives Ortega

Poeta

 

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