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Columnista

Patrimonio cultural: ¿nuestro pasado?

Leslia Jorquera

Dra. María Esperanza Rock Núñez

Académica de Pedagogía Media en Historia y Geografía

Universidad San Sebastián

por Leslia Jorquera

Es interesante revisar qué es aquello que estamos reconociendo como objetos de memoria, pues a menudo ocurre que incluso nuestra concepción de la belleza esta permeada por la cultura hegemónica y dominante.

 

No es fácil plantear las controversias existentes hoy bajo el término “patrimonio”. La patrimonizacion no es sólo un fenómeno en Chile, sino que está presente en diversos países bajo similares paradigmas. Desde su base conceptual, se comprende a priori la necesidad del rescate de identidades del pasado, de atisbos o elementos que están “amenazados” u otros que a gritos piden ser rescatados; pero quizás esto no es la problemática en sí misma, sino más bien pasa por detectar cuáles son esos elementos, cómo usamos estos “recursos nemotécnicos” y desde dónde se están gestando las iniciativas patrimoniales, todo esto abordado desde dos líneas analíticas mayores. La primera tiene que ver con qué entendemos por patrimonio y la otra para quiénes estamos reconociendo estos.

Podemos entender que bajo cualquier concepto estamos instalando el pasado desde el presente, y esta mirada de lo presente es la que se intenta objetivar con términos como memoria, identidad, historia y/o cultura en un elemento que podría ser entendido como “revival” a un estilo arquitectónico, a una pieza museal, o una receta gastronómica (dando ejemplos del patrimonio inmueble, mueble e inmaterial). Entonces, patrimonio serían los elementos que nos dejaron nuestros antepasados y que tienen una significación histórica y cultural importante para las nuevas generaciones. No obstante lo anterior y continuando con la segunda línea analítica, es que gran parte de lo que se declara como patrimonio cultural se “usa” para fines turísticos y terminamos tomándonos el mejor café francés en el Cerro Alegre de Valparaíso, dejando en el olvido la rica y añosa dinámica cultural de los cerros, expulsando a los reales actores culturales que dieron vida a una memoria y riqueza cultural. Todo hace creer que el neoliberalismo incluso ha ingresado en nuestra memoria y ha optado por dejar el capital por sobre nuestra historia. La discusión es larga y valiosa.

Es interesante revisar qué es aquello que estamos reconociendo como objetos de memoria, pues a menudo ocurre que incluso nuestra concepción de la belleza esta permeada por la cultura hegemónica y dominante. Bajo estos parámetros no es extraño que hayan protegido antes las iglesias barrocas en Latinoamérica, que los propios templos incaicos.

Y desde otro punto de vista, es importante rescatar elementos que nos recuerden identidad, pero una que surja desde los actores, desde la misma gente, que sienta apego, apropiación y que empodere a las nuevas generaciones a cuidar con un sentido de pertenencia aquellos espacios comunes, que pudiesen transportarse a lo público y que enriquecen a cualquier grupo humano. El recuerdo es una condición constante en el ser humano y desde donde sitúan su ser, su personalidad y su evolución.

Bajo estas tensiones es que decidimos congregar estas discusiones y experiencias terminando con la tradición centralista y abriendo posibilidades a que académicos de diversos países conozcan nuestra ciudad y a su vez nos compartan sus experiencias en relación al patrimonio cultural, a la gestión de éste abordándolo desde sus diversas áreas. Bajo estas ideas es que organizamos el I Congreso Internacional e Interdisciplinario de Patrimonio Cultural: Memoria, Oralidad e Historia fuentes para el Patrimonio Cultural que se realizará el 16, 17 y 18 de agosto en la USS. Una valiosa odisea que está teniendo hermosos frutos, pues vienen académicos de destacados centros de investigación nacional e internacional (Colombia, México, Sudáfrica, Argentina, España).

No deberíamos esperar el día del patrimonio para poner estos temas en discusión. Creo que es fundamental, para formar a las nuevas generaciones, hacerlas partícipes de estas discusiones para levantar con fuerza nuestra identidad que ha sido fuertemente quebrajada y desde allí situar el real sentido de lo público, poniendo especial énfasis en el fomento de las investigaciones humanistas. 

Dra. María Esperanza Rock Núñez

Académica de Pedagogía Media en Historia y Geografía

Universidad San Sebastián

 

 

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