Renato Segura

Director Centro de Estudios

CER Regional

 "Chile es hoy más incierto y hostil para vivir" fue la razón esgrimida, por el ex Ministro de Hacienda Hernán Büchi, para justificar su decisión de cambiar su residencia a Suiza. Los adjetivos por él utilizados, son propios y de uso habitual en la jerga financiera, pero que presentan algunas variantes cuando se busca analizar la estructura social.

La incertidumbre es una variable que está presente en todas las sociedades del mundo. La diferencia ocurre con el grado de amenaza que la gente percibe frente a situaciones ambiguas (Evitación de la Incertidumbre). Las sociedades con alta evitación de la incertidumbre, como es el caso de la mayoría de los países en Latinoamérica, incluido Chile, son emocionales, buscan la seguridad y son intolerantes ante la incertidumbre. Las naciones con baja evitación de la incertidumbre, como Dinamarca y Suiza, son más relajadas, aceptan más los riesgos y son más tolerantes. Las dimensiones que subyacen sobre la evitación de la incertidumbre, se basan en tres aspectos: (i) el respeto de las reglas de la organización; (ii) el deseo de tener una relación estable o carrera laboral de por vida; y (iii) el sentirse estresado en el trabajo.

En lo que respecta a la hostilidad, existen diferentes dimensiones para conocer el nivel de rivalidad social de un país. La dimensión política muestra que, entre los países más hostiles como el caso de Corea del Norte, existe un sistema represivo donde las libertades individuales son conculcadas bajo un estricto control del Estado – Policía. En la dimensión económica, la hostilidad se manifiesta en sistemas con baja apertura económica, control de precios y espacios reducidos para la actividad privada y la iniciativa individual, como el caso de Venezuela. En la dimensión religiosa, existen países cuya sociedad es intolerante a credos religiosos distintos al oficial, situación que se observa en algunos países africanos y/o en territorios que albergan grupos fundamentalistas.

En resumen, Chile es un país que mantiene una alta evitación de la incertidumbre, pero es más amigable que hace 30 años.

Incierto, porque todavía vivimos en un ambiente donde existe una preocupación permanente por dictar leyes para regular la sociedad, las cuales son usualmente violadas (hecha la ley, hecha la trampa); vivimos cíclicamente en crisis, donde el temor a perder el empleo lleva a generar leyes que buscan proteger al trabajador y, el estrés en el trabajo, es permanente y cotidiano. Amigable, porque somos una sociedad democrática, que busca el desarrollo económico y social, conectado con el resto del mundo, y es tolerante con los credos religiosos.