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La Tribuna
Columnista

La autoridad menoscabada

Leslia Jorquera

Eugenio Yáñez

Facultad de Artes Liberales

Universidad Adolfo Ibáñez

por Leslia Jorquera

Menoscabando la autoridad, la que pierde es toda la sociedad.

 Suele entenderse por autoridad, aquella capacidad moral que detenta una persona para mandar y ser obedecido. Quien obedece lo hace por propia convicción, es decir, estima que lo que se le manda es justo y/o prudente, o incluso, a su pesar, necesario. La autoridad se diferencia del poder, porque a este se le define como la capacidad pura de mandar y ser obedecido. El poder supone la coacción, vale decir, una fuerza externa al sujeto, que lo obliga a realizar o no una determinada acción, generalmente por miedo. Están revestidos de autoridad, por ejemplo, los padres ante los hijos y los profesores ante sus alumnos.

En el ámbito educacional la nueva Ley de inclusión escolar podría eventualmente poner en peligro la autoridad, en este caso del director del establecimiento educacional y del cuerpo docente, en especial en los aspectos relativos, por ejemplo, a la expulsión de un alumno, la cual en la práctica se hace muy difícil, pues antes se deben implementar todas las medidas de apoyo pedagógico o psicosocial que correspondan, o “no se puede expulsar o cancelar matrícula en un período del año que haga imposible que el estudiante pueda ser matriculado en otro establecimiento”. Más aún, se “debe garantizar el derecho a la defensa por parte del estudiante, su familia o su apoderado”.

Por otra parte hay muchos colegios que no saben cómo armonizar sus reglamentos internos, con la circular de la Superintendencia de Educación, que prohíbe suspender a los estudiantes que no cumplan normas relativas a textos, útiles y uniformes escolares. La ministra de Educación propone utilizar el sentido común, pero ello no soluciona el problema. Esto puede implicar una suerte de judicialización de las relaciones entre los padres y el colegio.

Si extendemos el problema de la falta de autoridad a la sociedad, esta se vuelve ingobernable, pues como recordaba Pío XII toda sociedad o agrupación de personas necesita de una autoridad que la dirija. En consecuencia, la autoridad “constituye el vínculo necesario para asegurar la cohesión del cuerpo social” (Paulo VI, Octogésima adveniens, 63), que incluye a la familia y a la comunidad escolar.

Menoscabando la autoridad, la que pierde es toda la sociedad.

Eugenio Yáñez

Facultad de Artes Liberales

Universidad Adolfo Ibáñez

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