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Hace más de veinte años, levantar una ramada en Los Ángeles era un trabajo que involucraba a toda la familia. Se utilizaban ramas, herramientas sencillas y mucho esfuerzo físico. Cada 18 de septiembre, los fonderos unían trabajo y tradición para mantener viva una costumbre que marcaba la celebración de las Fiestas Patrias.
Con el tiempo, las fondas han evolucionado: hoy se levantan espacios más estructurados y con métodos de montaje más rápidos, sin perder la esencia de la tradición.
Para familias como la de Marcela Abarzúa, fundadora de "El Quijote", septiembre sigue siendo sinónimo de esfuerzo. Marcela, heredera de una familia de fonderos, recuerda con cariño cómo cada año se levantaban las ramadas entre trabajo físico y dedicación. Reconoce que la labor exige sacrificio, aunque los cambios en el rubro han permitido mejores condiciones y métodos más eficientes.
"Era un gran sacrificio. Junto a mi familia siempre lo hemos hecho todo con cariño para estas celebraciones; trabajamos todos en conjunto", explica Marcela a Diario La Tribuna.
Al comparar el pasado con el presente, Marcela afirma que la tradición se mantiene en familia. Con más de dos décadas en el rubro, vive cada septiembre con entusiasmo y dedicación. "Soy madre y emprendedora, y trabajamos con mucha anticipación: hay que coordinar con el sindicato y con el municipio, asistir a reuniones y gestionar todo el papeleo necesario para llevar adelante el proyecto".
Además del trabajo en septiembre, Marcela mantiene un emprendimiento propio: un foodtruck con el que participa en diversas actividades gastronómicas de la región. Debido a una enfermedad que enfrenta actualmente, buscó un proyecto que pudiera compatibilizar con su condición de salud. "Es una dura batalla que enfrento; trabajo para costear mi tratamiento, pero me llena el corazón luchar por mis pequeños hijos", señala.
Marcela Abarzúa fue presidenta del Sindicato de Ramaderos de Los Ángeles durante varios años y, actualmente, se desempeña como secretaria de la misma organización. Además, preside la agrupación ambiental y cultural Villa Alegre-El Rosal.
Los preparativos para instalar una ramada comienzan con días de anticipación: compra de insumos, coordinación familiar y organización de cada detalle. En septiembre, los ramaderos enfrentan jornadas intensas, con poco descanso y mucho esfuerzo físico.
En el caso de Marcela Abarzúa, su ramada "El Quijote" nace de su gusto personal por el libro El Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes. Para ella, el nombre simboliza la unión familiar y el trabajo en conjunto, valores que ha compartido con sus colegas a lo largo de los años. Juntos han enfrentado distintos desafíos, incluyendo inundaciones que provocaron pérdidas totales, manteniendo siempre la tradición, el compañerismo y el compromiso con la actividad.
"Pese a mi condición de salud, me esfuerzo y logramos cumplir con lo planificado; además, damos fuente laboral a mucha gente y lo disfrutamos", comenta Marcela.
LLAMADO A LA COMUNIDAD
Aunque estas fechas implican un gran esfuerzo, la fondera angelina hace un llamado a la comunidad a disfrutar de las celebraciones con responsabilidad y a seguir apoyando a los ramaderos de la comuna, pese a los cambios de formato que se han dado en la región y el país.
En ese sentido busca que en la comuna se valore el oficio y el compromiso de quienes mantienen viva esta tradición, un trabajo que sobrevive gracias a fechas tan significativas para el país y la comunidad. Agrega que en tiempos donde las formas de celebrar están cambiando, es importante no olvidar las tradiciones de la comuna y a quienes las mantienen vivas.
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