Regístrate Regístrate en nuestro newsletter
Radio San Cristobal 97.5 FM San Cristobal
Diario Papel digital
La Tribuna

"Flor y Gracia": el emprendimiento angelino que nació desde la pérdida y que busca ser parte del renacer agrícola del Biobío

por María Paz Rivera Arévalo

Tras vivir la pérdida de su hijo, Daniela Montoya y Juan Manuel Sepúlveda decidieron dar un giro a sus vidas para fundar una florería rural que hoy abastece a Los Ángeles con girasoles de todos los colores, demostrando que con esfuerzo y esperanza se puede sembrar futuro.

contexto / cedida

Con fe y amor por el campo, una joven pareja angelina ha logrado construir un emprendimiento que hoy no solo embellece hogares, sino que impulsa la economía local.

Se trata de Flor y Gracia, florería y productora de flores fundada por Daniela Montoya (35) y su esposo Juan Manuel Sepúlveda (40), quienes hace cinco años decidieron dejar atrás la vida de ciudad para radicarse en el mundo rural y comenzar un negocio desde la tierra.

El matrimonio, que poseía puestos ejecutivos en la ciudad de Los Ángeles, tomó la decisión de cambiar de vida luego de formalizar su vínculo.

"Con Juan Manuel queríamos tener hijos y proyectar una vida distinta, más cercana a la naturaleza y lejos del estrés urbano. Fue así como decidimos irnos a vivir al campo", relata la fundadora.

Pero la transición no fue fácil: poco después de mudarse, ambos perdieron sus empleos. En medio de esa incertidumbre, comenzaron a plantar lilium o azucenas y a venderlas a domicilio.

FORJANDO CAMINOS

Durante esos años, la venta de flores se convirtió en su sustento. Usaron redes sociales, tocaron puertas y entregaron ramos casa por casa. "Dios siempre nos abrió caminos", dice Daniela, quien reconoce que la fe ha sido su motor inquebrantable.

Sin embargo, tras la pandemia, las ventas bajaron considerablemente, por lo que solo lograban comercializar flores en fechas clave como el Día de la Madre o el Día de Todos los Santos. Fue entonces cuando decidieron buscar un espacio propio.

Tras meses de búsqueda y oración, apareció una oportunidad en el centro de Los Ángeles: una antigua bodega familiar en calle Almagro 1021 se transformó, con esfuerzo y perseverancia, en su primer local físico. Desde ahí, comenzaron a soñar en grande.

Juan Manuel, además de continuar con los lilium, incursionó con éxito en la producción de girasoles. Con sistemas de riego por goteo y planificación agrícola, llegó a plantar más de 26 mil flores por temporada, incluyendo variedades exóticas como girasoles blancos, rojos, negros y bicolores. Pero el camino no estuvo libre de obstáculos: una fuerte helada en abril les hizo perder más de 10 mil unidades, golpeando duramente su inversión.

PERSEVERANCIA Y DEDICACIÓN

A pesar de las pérdidas, no bajaron los brazos. "Sabíamos que debíamos seguir adelante, no solo por nosotros, sino por las florerías de la ciudad, que también estaban sufriendo por el alza de precios y la falta de proveedores locales", cuenta Daniela.

Fue así como decidieron producir en mayor volumen para mantener precios accesibles, sin prever el momento más difícil de su historia: la pérdida de su hijo Isaac, a quien dio a luz sin vida tras un embarazo retenido.

"Fueron días de mucho dolor, pero en ese momento Juan Manuel tomó la decisión de seguir plantando flores, como un acto de amor y memoria hacia nuestro hijo", relata Daniela, visiblemente conmovida.

LAS FLORES COMO SIMBOLO DE AMOR

Ese dolor se transformó en semilla y, con esfuerzo, levantaron un invernadero de 200 metros cuadrados tipo israelí, que les permitió tener producción durante todo el año.

"Fue un proceso largo. Incluso, tuvimos que rehacerlo porque la primera persona que contratamos no lo terminó. Pero gracias a la ayuda de un tío y de muchos amigos, logramos sacarlo adelante", explica.

Hoy, Flor y Gracia no solo es una florería que abastece a cementerios, ferias y negocios locales, sino que también es una empresa familiar certificada como pequeño agricultor por el SAG. Trabajan con apoyo de parientes, miembros de su iglesia y vecinos del campo.

"Creemos firmemente en que no se puede salir adelante solo. Siempre hay alguien que te apoya", dice Daniela, quien también participa en redes de emprendedores y asociaciones agrícolas.

A pocos días del Día de la Madre, Flor y Gracia ya tiene lista su primera cosecha de girasoles del año, cultivados bajo invernadero. Y mientras siguen soñando con expandirse, mantienen firme su propósito: ser un ejemplo de que es posible emprender desde lo rural, con esperanza, fe y trabajo colaborativo.

"Queremos que más jóvenes se queden en el campo. Nosotros amamos la vida rural y queremos ser parte del renacer agrícola en nuestra región. Flor y Gracia es eso: un testimonio de que desde el dolor también puede florecer la vida", concluye Daniela.

Síguenos: Google News
banner redes
banner redes banner redes banner redes banner redes banner redes

¿Quieres contactarnos? Escríbenos a [email protected]

Contáctanos
EN VIVO

Más visto