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La Tribuna

El emprendimiento rural femenino que florece en Quilaco: La historia de "Copihues de Rucalhue"

por María Paz Rivera Arévalo

Amalia Cruz, una santiaguina que encontró en la ruralidad un nuevo comienzo, ha convertido un pequeño vivero en un referente del agroturismo, demostrando cómo el trabajo y la perseverancia pueden concretar los sueños.

El emprendimiento rural femenino: "Copihues de Rucalhue" / cedida

En medio de la tranquilidad y naturaleza de la zona rural de Quilaco, una historia de perseverancia, amor fraternal y emprendimiento femenino se teje bajo el nombre de circuito "Copihues de Rucalhue".

Amalia Cruz Guerrero es una mujer emprendedora proveniente de Santiago, que se ha convertido en un referente local al transformar su vida y la de su madre en un exitoso negocio fundado en el turismo rural, la venta de plantas ornamentales y frutales.

Su historia es un ejemplo de cómo el ingenio y el trabajo pueden transformar un pequeño proyecto en una fuente de recursos y bienestar.

DE SANTIAGO A QUILACO

La pandemia del covid-19 marcó un antes y un después en la vida de Amalia. En busca de tranquilidad y un cambio de aire, decidió mudarse a Quilaco para empaparse de naturaleza y privilegiadas vistas a las montañas.

Con ella vino su madre de 86 años, quien al principio se dedicó al cuidado de plantas, una actividad que, aunque no era del interés de Amalia, terminó siendo el germen de lo que hoy es un próspero vivero.

"Este emprendimiento lo comenzó mi mamá que me pidió un pequeño espacio para colocar sus plantitas. Y yo le dije que bueno, en realidad a mí no me interesaban las plantas. Ni siquiera sabía su nombre", explicó Amalia.

Recuerda que "cuando vino el invierno, mi mamá me dice que se va porque le hace mal el frío y que haga lo que yo quiera con las plantas (...) Un día mirándolas, me di cuenta que ahí estaba su esencia, entonces dije, ‘cómo las voy a botar si esto es parte de mi mamá’. Después dije, ‘¿y si lo tomo como un emprendimiento, si lo veo esto como parte de un proyecto?’, señaló.

"COPIHUES DE RUCALHUE"

Fue así como nació "Copihues de Rucalhue", un vivero que comenzó con humildes raíces en un pequeño espacio de una bodega y que, hoy, cuenta con tres invernaderos, dos de 80 m² y uno de 100 m², con el apoyo y respaldo de Indap, Prodesal y distintas capacitaciones de Colbún, le ha permitido a Amalia avanzar en su proyecto.

"Cuando llegué a esta zona, me llamó mucho la atención que en todas partes había copihues. Como vivo muy cerca de la localidad de Rucalhue, entonces - fácil - decidí nombrar mi emprendimiento 'Copihues de Rucalhue' en honor a la belleza natural que me rodea", comenta.

En cuanto a los obstáculos que ha enfrentado, menciona que la vida en el campo no es fácil, y los desafíos climáticos han sido uno de los obstáculos más grandes.

"Desafíos que he tenido que presentar en este proyecto ha sido el frío y el calor, que son climas extremos acá en la zona. El invierno es muy largo, caen muchas heladas y la primera temporada se me murió todo y tuve que empezar nuevamente de cero".

Con el paso del tiempo, además de ser un referente en el ámbito agrícola, Amalia ha convertido su vivero en un atractivo turístico que no solo ofrece plantas, sino también experiencias educativas.

A través del agroturismo y en colaboración con otras empresas locales, ha comenzado a organizar actividades para que los visitantes aprendan sobre el cultivo y cuidado de las plantas, así como la historia de cada especie.

"Queremos que las personas puedan venir, disfrutar de la naturaleza, aprender y llevarse un pedazo de nuestra tierra a sus hogares. Las actividades incluyen talleres para todas las edades, desde niños hasta adultos mayores, y hemos visto cómo la gente se entusiasma al conocer más sobre las plantas y el proceso de cultivo", señala Amalia.

Este modelo de turismo rural no solo promueve la venta de productos agrícolas, sino que también fomenta el desarrollo de la economía local y el acercamiento de los habitantes urbanos a la vida rural.

LIDERAZGO FEMENINO EN EL CAMPO

En cada palabra que Amalia comparte se refleja una fortaleza inquebrantable y una visión de futuro. Su historia no es solo la de una emprendedora que comenzó de cero, sino también la de una mujer que, a pesar de los obstáculos, tiene liderazgo importante en el desarrollo de las zonas rurales.

"El consejo que le puedo entregar a una mujer emprendedora de la zona rural es que se atreva, que no tenga miedo porque cuando uno le pone pasión, energía, trabajo, ganas y se mueve, se puede lograr. Yo comencé con un montoncito de plantas y hoy debo tener 800 plantas en mi vivero si es que no tengo un poco más", sostuvo.

"A una mujer que está pensando, qué es lo que puedo hacer, qué le resultará. Pues, que se mueva, busque, infórmese, capacítese, pregunte. No hay pregunta tonta. Hay tontos que no preguntan. En mi caso, sin tener idea de plantas, ni del clima, sin tener familia aquí porque son de Santiago, me acerqué, pregunté, busqué y gracias a Dios todo me ha dado resultado".

EL FUTURO SE MIRA CON OPTIMISMO

En sus proyecciones, Amalia no solo ve un futuro próspero para su emprendimiento, sino que también tiene el objetivo de seguir expandiendo su negocio y así contar con invernaderos con temperatura controlada y una mayor variedad de productos.

Además, busca fortalecer los lazos con el turismo local, seguir diversificando las actividades y colaborar más estrechamente con la municipalidad y otras instituciones.

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