Estudiantes de apartada Escuela El Castillo aprenden a leer a través de novedosa modalidad

No es fácil llegar a la Escuela Particular El Castillo, en la comuna de Santa Bárbara. Si se sale desde Los Ángeles, son cerca de 60 kilómetros que solo tienen un tercio de su trayecto pavimentado, mientras que el resto del camino es de ripio que en estos meses sufre los rigores de las lluvias.

Pero una vez que se sortea la distancia, se arriba a un recinto educativo situado en medio de parajes precordilleranos de una belleza inconmensurable, donde el aire es tan puro como en pocos lados se puede encontrar, franqueado en la ribera sur por un brioso río Duqueco que viene serpenteando desde la montaña por estrechos farellones.

Vaya que se hace patria en esos parajes.

Y una manera de "hacer patria" está en la escuela El Castillo. 55 alumnos, desde pre-kinder hasta octavo básico, están a cargo de un grupo de profesores que deben multiplicar sus esfuerzos para entregar la mejor educación posible.

Es que allá nada de fácil, todo cuesta más. Hasta hace algunos años, ni siquiera se tenía internet en la zona y los docentes debían irse con sus computadores a un sector situado algunos kilómetros antes para contar con señal que los tuviera conectado a la red.

Fernando Espinoza es el director del establecimiento. Él se crió en esa zona, estudió y se tituló de profesor para volver al mismo recinto educativo que lo formó. No solo conoce a todos sus alumnos por nombre y apellido, sino que también a sus familias, a sus padres y apoderados, a muchos de los cuales conoció y compartió cuando él era un pequeño estudiante.

El docente cuenta cómo poco a poco ha ido bajando la matrícula. La migración campo-ciudad ha ocasionado que las familias opten por irse a las urbes a educar a sus hijos. Hace una década, la matrícula era cercana al centenar de niños y niñas.

Por eso, el directivo valoró la ayuda entregada por la empresa Comaco a la escuela El Castillo para "hacer patria", la que se traduce en el financiamiento del innovador programa Primero Lee, desarrollado por la Fundación Crecer con Todos.

Se trata de un plan de lenguaje y comunicación que, de acuerdo a su descripción, trabaja de manera balanceada los tres ejes del área (lectura, escritura y  comunicación oral), con foco en el desarrollo de la comprensión  lectora y el vocabulario.

La idea es que los estudiantes no solo aprendan a leer y escribir, sino que aumenten su vocabulario, se propicie la comprensión lectora y la escritura creativa para que, en suma, se desarrolle una verdadera pasión por la lectura.

"Sin duda que es una ayuda muy valiosa para entregar una mejor calidad de educación a nuestros alumnos", destacó el director Espinoza.

También reseñó que además de entregar el material de apoyo y las guías detalladas para su implementación en el aula, todo de acuerdo al curso en que se lleva a cabo, esta modalidad tiene la particularidad que cuenta con una mentoría que, de manera presencial o remota, va evaluando los avances de los niños.

Carla Martínez, con más de 10 años como mentora del programa Primero Lee, destacó los avances en la escuela El Castillo, haciendo presente que la fundación busca que lograr que todos los niños y niñas que hoy viven en contextos vulnerables, lean y escriban de manera   comprensiva desde primero básico.

La fundación, que ha implementado el programa en más de 430 escuelas en doce regiones del país favoreciendo a más de 60 mil alumnos, inició el plan en la Escuela El Castillo en marzo de este año 2023.

Para la profesora Carolina Chavarría consideró que la experiencia ha sido bonita y enriquecedora a la labor educativa. "Los niños están motivados por la lectura, están encantados por la metodología que está muy buen estructurada".

Para Claudia Cancino, de la Forestal Comaco, se trata de un aporte que va en línea con su política de responsabilidad empresarial para apoyar a las comunidades cercanas a sus procesos productivos, en este caso, la hacienda San Lorenzo, y así generar condiciones que frenen la migración campo-ciudad.