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La Tribuna

La historia de la mujer más longeva del Biobío contada por su hijo

por Gonzalo Meller

Flor es una madre de 111 años, cuidada por su primogénito, Rubén, quien prometió permanecer a su lado, y pese a que cada vez es más difícil para él, el amor por quien le dio la vida es mucho más fuerte.

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Este 11 de marzo la señora Flor Valdebenito cumplió 111 años, lo que la hace merecedora del trono de la persona más longeva de la región. Rubén, su único hijo, cuenta algunos episodios de su vida y los secretos de su longevidad.

La persona con más veranos de la región del Biobío es nacida y criada en Monte Águila, comuna de Cabrero.

Se trata de Flor María Valdebenito, quien a sus 111 años impresiona por sus pocas afecciones de salud y su gran sentido del humor.

Sus más cercanos aseguran que su buena condición se debe a una alimentación distinta a la que hoy tienen las nuevas generaciones, donde los alimentos envasados, comida rápida y excesivo consumo de azúcar son el menú de cada día. Pero sobre todo, el amor y dedicación que le entrega todos los días su único hijo, Rubén.

Ellos han vivido juntos toda la vida en su hogar de construcción humilde, ubicado en el sector rural de la comuna.  

El hijo nos relató desde su visión la historia de su madre y cómo es su vida con ella, debido a que las palabras por su avanzada edad son pocas.

LOS PRIMEROS AÑOS

Rubén Valdebenito tiene 66 años, no tiene hijos y nunca se ha casado. Toda la vida ha vivido solo con su madre, por lo que todo gira en torno a cuidarla, dejando –absolutamente- su propia vida en segundo plano.

Por este motivo decidió contar la vida de ella desde su perspectiva y lo que recuerda.

Su madre es nacida y criada en Cabrero, sin embargo, desde muy joven se trasladó a Santiago.

Como madre soltera, se desempeñó muchos años en el rubro de empleada doméstica en la capital. Un día decidió trasladarse con su hijo de 8 años –aproximadamente- hasta su lugar de origen, y de ahí no se movió más.

Rubén recordó que cuando se instalaron en Cabrero, su mamá armó una huerta con verduras y crió animales, para vivir del trabajo realizado con sus propias manos, comercializando algunos productos. 

"Ella luchó para criarme, mi madre fue muy empeñosa para el trabajo", aseguró el hombre, quien agregó que cuando él era pequeño andaba a la siga de ella ayudándola en el trabajo de la huerta. 

Asimismo, Rubén aseguró que su madre fue muy estricta, ya que "me mandaba la pura mirada y yo entendía al tiro".

También recordó que ella salía sólo cuando le faltaban materiales, porque siempre fue “muy de estar en su casa y tampoco nunca tuvo pareja”. 

SU HIJO ES TODOS SUS SENTIDOS

A Flor le cuesta caminar, tiene dificultades para escuchar y ver, pero no padece ninguna enfermedad. Se alimenta, camina y ve con la ayuda de su hijo, el cual afirmó que le encantan las frutas y los dulces.

Rubén confesó que cuando comenzó a cuidar de su madre fue algo natural, espontáneo. Además ella no tiene más familia, tenía más hermanos pero todos murieron, por eso ahora es la única que está reinando. 

"Yo no quiero dejar a mi madre botada. Muchos me dicen que yo quedaría libre, que haga mi vida y la lleve a un hogar, pero me niego a hacer eso", aseveró.

El hombre señaló que nunca ha dejado sola a su mamá. Cuando debe salir, le pide a sus vecinos que la cuiden a ella junto a su casa. 

Él confía mucho en ellos porque los conoce desde que era pequeño. "Somos todos unidos y es bonito eso", contó. 

NO TODO ES COLOR DE ROSA

Hay periodos en que la situación se torna compleja por los escasos recursos económicos. Su mamá recibe una pensión, pero es muy baja para cubrir todos sus gastos médicos.

Por ejemplo, a veces se enferma y para llevarla a médico deben pagar un taxi para trasladarla, ya que las ambulancias tardan mucho en llegar. En otras, no encuentra sus medicamentos y debe comprarlos por cuenta propia. 

Por este motivo, Rubén habló con el alcalde para que vea la posibilidad de que el Gobierno le entregue a su mamá un dinero aparte de la pensión, lo cual aún está en un rotundo e incierto “veremos”.

Pese a ello, él relató que cuando le faltan cosas, se las "aguanta" no más. "Si no tengo, no tengo no más", aseveró. 

SECRETO DE SU LONGEVIDAD

A flor le encanta escuchar rancheras y estar con su gato llamado "Niño". 

Quienes la conocen destacan de ella que siempre ha sido muy cariñosa, mantiene su sonrisa y su buen humor.

Rubén cree que a pesar de los años, su mamá mantiene la vitalidad por la buena alimentación que tuvo a lo largo de toda su vida. 

“Ella se crió comiendo harina tostada y muchas legumbres, porotos, lentejas, chícharos, entre otros”, precisó. Una costumbre que él también adquirió. 

"Ahora nadie come legumbres, sólo chatarra. Por eso la gente vive poco ahora", precisó. 

El hijo de Flor también le atribuye su longevidad a su gran energía para enfrentar el quehacer diario. A ella le gustaba criar animales, como chanchos, gansos, patos y muchas gallinas. 

Era tal su dedicación a la vida en el campo, que cuando las chanchas estaban por parir ella sabía el momento y la hora en que lo iban a hacer. Lo más curioso era que ella siempre acertaba. 

En tanto, la señora Flor se quedará para siempre con su secreto para vivir tantos años.

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