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La Tribuna

José Luis Rozas: El renacer de las cepas Malbec y País en San Rosendo

por Sebastián Díaz

Gracias a la ayuda de Indap, se percataron que cepas que se creían casi perdidas, estaban en la comuna.

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José Luis Rozas, tiene 54 años y es un microempresario proveniente del sector Los Callejos en San Rosendo.

Cuenta que nació en ese sector y ha vivido gran parte de su vida en ese lugar.

De su niñez, explicó que sólo tiene recuerdos bonitos, debido a que a mucha gente el campo les aburre, mientras que a él no, siempre tuvo cariño por las labores que se hacían y aprendiendo de su padre todo lo que se hace, algo que sin duda consiguió. Todo lo anterior, dijo, le dio la sabiduría para entender cómo podría proyectarse en el tiempo.

“Por razones del colegio, que tenía hasta sexto año, me fui a estudiar en Concepción, donde estuve en la enseñanza media, terminado eso, mi papá me pidió que volviera al campo y a hacerme cargo, porque su salud no era compatible para cultivar”, dijo.

Relata que pese a que fue duro volver a atrás, se reinventó en el campo, debido a que su padre era un productor de pino, que también trabajaba en la agricultura.

“Yo me dediqué un poco a la agricultura, pero después ya empecé con los vinos a granel y empezar a sacarle un mejor valor, ya no venderlo a una cooperativa, porque no era rentable. Necesitaba darle un valor más, porque yo como joven, necesitaba proyectarme a futuro”.

SU CARRERA COMO VIÑATERO

Rozas, cuenta que “de chiquitito, mi papá siempre fue productor de vino, yo desde que recuerdo él hacía eso, pero siempre contaba que eran venta de uvas y de vinos a granel. Nunca vi otros mercados, así que todo partió”.

El cariño que siempre le tuvo al campo, hizo que poco a poco comenzara a hacer de esto algo importante para su vida, debido a que hasta hoy, sigue siendo su principal fuente de ingresos.

Tuvo años críticos en la agricultura, donde luego de ver que los mejores rendimiento estaba en los viñedos, por lo que decidió focalizarse a eso en un 100%.

EL TERREMOTO Y LA DECLIVE

Todo marchaba bien en la vida de José Luis, pero hubo algo que cambió la vida de muchos en el país y que también casi cambia su destino: el terremoto.

Cuenta que “fue súper fuerte para nosotros en cuanto a daños estructurales. Teníamos bodegas antiguas donde se almacenaban los vinos que eran de adobe y nuevas bodegas de ladrillo, que eran todas con tejas, entonces el peso de ellas prácticamente no dejó nada en pie y se destruyó. Se nos cayó cerca de un 90% de lo que teníamos y ahí pensé en emigrar del campo”.

Lo anterior, debido a que ya venían mal con los vinos, por el bajo precio al que debían venderlo, eso sumado a que sus hijos estaban en la universidad y ya no tenía como sacar adelante a su familia. “Después de eso, pensé que el campo ya no quería nada conmigo, con esa catástrofe pensamos que para levantarnos estaba muy difícil y ahí pensé en no luchar más con eso y emigrar del campo, me dolía pensar eso, porque llevaba 20 años ahí desde mi vuelta de los estudios”, detalló.

Asimismo, relató que “si hay algo que verdaderamente me bajoneó en un momento, creo que fue esto”.

Cuenta que pasaron varios meses para poderse levantar de todo el desastre. “No sabía qué hacer, tenía a dos de mis hijos estudiando en la universidad, entonces no sabía si reconstruir todo o educar a mis hijos, no tenía plata para educarlos. Fue muy complicado”, sentenció.

LA SOLUCIÓN LLEGÓ CON INDAP

Producto de todo lo anterior, recuerda que “después de todo eso, tuve la primera luz de acercarme a una institución y me acerqué a Indap (Instituto Nacional de Desarrollo Agropecuario), quería ver qué ayuda, beneficio podría tener, porque ante tal catástrofe, Indap es la que de alguna manera está más cerca de nosotros”.

Así, recibió la ayuda de esta importante entidad. Así, José Luis se reencantó con el campo, sin imaginar todo lo que venía.

Tras ello, cuenta que “yo empecé a crecer, hice más bodegas y empecé a ver vinos embotellados y pensé que podíamos tener alguna cepa valiosa, pero mi problema es que yo seguí los antiguos nombres de las uvas, por ejemplo la uva blanca, después conocida como uva Italia; el malbec, como era conocido como burdeo, pero siempre me pareció que su nombre científico no calzaba, porque no eran los nombres que heredé de mi papá, pero empecé a pensar que tenía que venir un profesional, pero yo sabía que un enólogo es caro de contratar”.

Evidentemente la situación económica no era la óptima, por lo que no podían pagar un especialista.

“Un día conversando con alguien de Indap, me contó que conocía un ingeniero agrónomo que me conversó preguntándome en qué me podía ayudar, le dije que en lo de la viña, pero me dijo que conocía prácticamente nada, que era especialista en otra área. Quizás me vio angustiado en querer mejorar esto y me dijo que conocía a un estudiante de enología”, dijo Rozas.

Se hizo el contacto y a los tres meses llegó esta persona, se empezó a ver la viña. “Les contaba yo que estas parras habían sido heredadas de generación en generación, por lo tanto no eran nuevas, así que ahí le di valor, porque eran viñedos centenarios, el enólogo me dice que lo que yo tengo es un pozo de oro, que tenía una de la cepas, como la País, que en Chile llevan más 400 años, que las trajeron los españoles en 1547 y que son cepas únicas en Chile y casi en el mundo”, relató.

Situación similar a la de Malbec, cepa oriunda de Francia y que en Chile tienen más de 150 años.

Así surgió la idea de comenzar a embotellar el vino, para así darle más valor.

“Así cambió mi switch, de pensar en la idea de traer un enólogo, terminé por cambiar todo y no sólo yo, porque tenía vecinos que tenían esta cepa y que también desconocían de ello”, expuso.

En ese sentido, agradeció a Indap, por la ayuda que obtuvo.

LA FAMILIA

José Luis es casado hace 31 años, con tres hijos, una de 29 años, uno de 24 y otro de 23. “Pretendo que todos sean profesionales. Como yo no pude, quiero que ellos lo sean, he sido muy enfático con ellos en que lo logren, he sido muy preocupado hasta el último, para que tenga su ‘cartoncito’, porque, yo que me quedé en el campo, esto no es fácil”.

SU IDEA A FUTURO

Actualmente, Vino SanRoke se comercializa en Concepción y otras ciudades de la zona y obviamente su idea es expandirse a otras zonas del país e incluso internacionalizar todo.

Pese a ello, dejó en claro que “la idea es buscar una boutique que tenga sólo productos artesanales”.

También invitó al público a asistir a su viña, donde también hay una sala de ventas y donde se puede conocer cómo se hace todo, aquí no hay mecanización, es todo artesanal”.

Por último, dijo que espera poder internacionalizar todo en un año o un poco más, debido a que para eso necesita presentar su vino en el extranjero, algo que espera lo haga, uno de sus hijos.

 

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