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La Tribuna

Trilogía Obrera: La receta de mujeres de Quilleco que ganó mención honrosa reflejando el patrimonio culinario chileno

por Camila M. Celis Rodríguez

La fórmula consiste en un desayuno que contempla tortilla y huevos al rescoldo, pao salado y café de trigo.

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Ante la convocatoria para ser parte del libro de recetas El Menú de Chile: Reconocimiento a las cocinas patrimoniales, tres mujeres de Quilleco decidieron participar y obtuvieron la mención honrosa con su receta denominada Trilogía Obrera.

Ellas son Fernanda Jofré, Romina Jofré y Mariela Lagos, profesionales del área gastronómica y el turismo, quienes viven en el sector Las Canteras, en la comuna de Quilleco. Las concursantes presentaron la fórmula de un desayuno que refleja todo el patrimonio culinario presente en Chile.

Fernanda, técnica en Turismo y licenciada en Historia, relató cómo fue el proceso de postulación a esta convocatoria realizada por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Junto a Mariela y Romina postulamos con un menú que era muy complejo en investigación histórica y muy técnico en cuanto a la elaboración de los datos. En esa primera oportunidad, no quedamos seleccionadas, pero desde el ministerio nos enviaron una rúbrica para saber dónde fallamos, contó la profesional.

Frente a esta situación, las participantes no quedaron conformes y optaron por la revancha. Nos tomamos una semana para pensar en un menú, y apostamos por algo sencillo saliendo de los platos tradicionales que son los almuerzos, y ahí nos enfocamos en un desayuno de la zona, característico de los años 70, comentó Fernanda.

El desayuno contempla tortilla y huevos al rescoldo, pao salado y café de trigo. Cada uno de estos alimentos requiere una preparación especial que las llevó a obtener la mención honrosa en el libro a nivel nacional.

En relación a esto, la concursante Mariela Lagos explicó que la mención honrosa para nosotras significa mucho, porque la carrera tiene una asignatura sobre gastronomía regional que consiste en la elaboración de platos locales, y ahora logramos ganar un premio en un concurso a nivel nacional con una receta regional.

Las participantes destacaron que para crear el menú, se basaron en alimentos de antaño que consumían las personas que vivían en el campo, y que son parte de la cocina tradicional chilena. La participante Romina Jofré comentó que tuvimos que meternos a la cocina con humo, hacer la tortilla con la ceniza y transportarnos al ambiente de la época, cuando la gente cocinaba eso todos los días.

En cuanto a la preparación del menú, las participantes explicaron que se comienza con la preparación del trigo para tostar el café, cocinar la tortilla que requiere más tiempo de cocción, y posteriormente hacer el pao salado.

Frente al logro que obtuvieron tras la preparación de este menú, el equipo manifestó que les enorgullece haber obtenido una mención honrosa a nivel nacional, representando gastronómicamente a la comuna.

RESEÑA DE LA TRILOGÍA OBRERA

En época de antaño, las jornadas laborales eran muy extensas y el trabajo implicaba fuerza bruta y mucha energía; la hora del desayuno era clave para nutrirse y sobrevivir el día a día. Afamado era el pao salado, ulpo o guiso de harina tostada: la preparación favorita, rápida y de bajo costo para los desayunos familiares y para los jornaleros. En una sartén se echaban cebollas cortadas en pluma (pues así su bajo grosor permite que la cebolla esté lista y cocida rápidamente) junto con un diente de ajo y se condimentaba con sal y orégano. Una vez que estaban cocidas las cebollas, se agregaba manteca, y si se contaba con ellos, chicharrones; luego, se debía agregar harina tostada, un poco más de agua y revolver constantemente para que no se pegara o quemara.

Esta preparación era acompañada de tortillas de rescoldo hechas con harina sin ningún tipo de preservante artificial, levadura, sal y manteca. Todos estos ingredientes se mezclaban en las bateas (piezas confeccionadas en madera y cuyo uso era exclusivo para preparar las masas, ya fuera para tortillas, pan o empanadas) para luego ser amasadas con fuerza, pero con delicadeza, hasta que la masa sonara. Luego se le debía dar una forma redondeada u ovalada. Mientras se dejaba leudar unos momentos, la persona debía ir a ver el fogón y la ceniza, la cual debía estar lo suficientemente caliente y con algo de brasas, pero sin maderos (o leña).

Luego, con un zuncho se hacía un hoyo extenso en la ceniza, donde las tortillas se depositaban para luego ser tapadas con más ceniza y se dejaban por alrededor de 20 minutos por lado y lado; no debían quedar blancas, sino más bien tostadas. Una vez listas, eran raspadas con cuchillos o ralladores para eliminar el exceso de ceniza o alguna parte quemada producto de alguna brasa muy candente.

Para preparar los huevos al rescoldo, eran previamente lavados y perforados mínimamente en uno de sus extremos para ser colocados alrededor del fogón. Una vez que el huevo comenzaba a traspirar era señal de que estaba listo. Finalmente, la preparación del café de trigo era añadiendo el trigo tostado a una tetera o cafetera pequeña, a la que se le agregaba agua y luego se dejaba en el fuego hasta que hirviera. Una parte de esta mezcla se depositaba en un tazón o jarro enlozado y el resto del recipiente debía ser completado con agua recién hervida. Estos alimentos eran consumidos entre las 5:00 y las 7:30 de la mañana, horas previas a las jornadas laborales.

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