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Mujeres destacadas en la vida pública de Los Ángeles

por Prensa La Tribuna

El rol de la mujer, principalmente desde fines del siglo XIX, estaría marcado principalmente por la filantropía. Ahí destacan los nombres de Isabel Robles, Auristela Dávila, Clara Rebolledo (conocida por la población llamada Clara de Godoy, por su marido Cirilo Godoy) y Carmela Padilla quienes hicieron importantes contribuciones, principalmente a organizaciones religiosas.

12,3, votación de mujeres /

Los primeros años

de la historia de Los Ángeles están marcados por la supremacía de los hombres

en todos los ámbitos del quehacer público. En la revisión de los documentos de

época, el rol de la mujer se restringía a labores estrictamente domésticas. Tal

vez la única referencia femenina esté en Isabel Riquelme, quien acompañó a su

hijo Bernardo Ou2019Higgins desde que arribó desde Inglaterra, en 1802, a hacerse

cargo de la hacienda de Las Canteras que le legó Ambrosio Ou2019Higgins.

Después de

instalarse en la zona, Ou2019Higgins llegaría a ser alcalde de Los Ángeles y

diputado en representación de este territorio en el primer Congreso que

funcionó en abril de 1811. Después, Bernardo se integraría al Ejército patriota

que consiguió en todo ese tiempo, siempre estuvo su madre, incluso durante el

destierro en Perú.

El rol de la

mujer, principalmente desde fines del siglo XIX, estaría marcado principalmente

por la filantropía. Ahí destacan los nombres de Isabel Robles, Auristela

Dávila, Clara Rebolledo (conocida por la población llamada Clara de Godoy, por

su marido Cirilo Godoy) y Carmela Padilla quienes hicieron importantes contribuciones,

principalmente a organizaciones religiosas dedicadas a la educación y al

cuidado de la infancia, especialmente de los niños huérfanos.

Dentro de este

grupo, sobresale la figura de Sinforosa Carrasco, conocida como Sor Vicenta,

quien por años estuvo a cargo del hogar de niñas que ahora lleva su nombre. También

fue la encargada de administrar el hospital de la caridad, que ahora conocemos

como Complejo Asistencial Dr. Víctor Ríos Ruiz. De hecho, a poco de ocurrida

su muerte, en 1967, la principal avenida de acceso a Los Ángeles fue bautizada

como Sor Vicenta.

Entrado el siglo

pasado, se fue haciendo patente la irrupción de la mujer en el tema

educacional. De hecho, hubo profesoras - especialmente de las formadas en las

escuelas normalistas - que hicieron historia en varias generaciones de

estudiantes de los recintos públicos.

Por mencionar a

algunas, están los nombres de Emilia Requena, quien fuera la primera directora

del Liceo de Niñas. También se recuerda en años más recientes a Gabriela Decap

e Irma Yagui que, por años, estuvieron encabezando los Liceos Técnico y

Comercial; o las docentes Irma Jana, Olga Pino, Eliana Martínez, Lucy Vilar y

María Salas, entre otras.

Mención aparte

merece Carla Cordúa Sommer, nacida en Los Ángeles el 25 de diciembre de 1925 y

que es prácticamente desconocida en esa zona. Ella es una destacadísima

filósofa, autora de una veintena de libros y, como si fuera poco, en 2011,

obtuvo el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales.

Profesora por

vocación desde hace 40 años, Carla Cordua se mantiene vigente. Dirige la

revista de Filosofía de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Chile y

sigue en contacto con los alumnos a través de tutorías.

Además, es

miembro de la Academia Chilena de la Lengua y del International Women Forum.

Lee en latín, francés, inglés, italiano y alemán, y ahora está empeñada en

conocer el portugués. Lectora entusiasta de Kafka, Borges y de las novelas

tempranas de Vargas Llosa, es El Quijote, sin duda, el libro que más veces ha leído.

Estudió Filosofía en la Universidad de Chile y realizó su posgrado y doctorado

en España, donde se mantuvo unos años enseñando, pero su carrera como docente

la realizó esencialmente en la Universidad de Puerto Rico. A Chile volvió hace

poco más de seis años, una vez jubilada.

Pese a la

distancia, recuerda con cariño la tierra de la cual es originaria: "Nací

en Los Ángeles, donde mi padre, Joaquín Cordua, tenía tierras y una maderera.

Me crié en el campo muy a lo salvaje y no fui al colegio formalmente hasta los

doce años. Mi  instrucción fue más bien

casera. Mi familia a veces contrataba un profesor que fuera a la casa, pero con

mis hermanos lo conquistábamos para que no nos enseñara, señaló en una

entrevista realizada en 2003 para una especial del Día de la Madre del diario

El Mercurio.

INCURSIÓN EN POLÍTICA

La irrupción de

la mujer en la política local se produjo recién en enero de 1949 cuando se

promulgó la Ley 9.292 que otorgó plenos derechos electorales a las mujeres para

elegir a los legisladores y presidentes.

Fue la

culminación de varias décadas de presión de agrupaciones feministas cuyo primer

gran hito ocurrió en 1877 cuando se les permitió acceder a la educación

universitaria y continuó en 1934 al otorgarles derecho a sufragio, aunque

restringido solo a los comicios municipales.

En Los Ángeles,

la participación femenina en política tuvo un gran referente: María Raquel

Elena Gutiérrez Ojeda.

Es que si se toma

en cuenta lo conservadora que ha caracterizado a la sociedad local a lo largo

de su historia, fue ella quien abrió el camino para que otras pudieran acceder

a cargos de representación popular.

Cuando a las

mujeres se les permitió votar y ser candidatas únicamente para las elecciones

municipales, fue la primera en hacerlo en los comicios de 1946, esa vez en

representación del Partido Radical. Y no solo es inscribió sino que fue electa

como regidora en el 1947-1950, marcando el hito histórico de ser la primera en

llegar al municipio angelino. En 1949, volvió a ser elegida. En los seis años

que tuvo ese cargo, también fue alcaldesa subrogante en varias ocasiones.

Su labor social,

que cumplía junto a su esposo, el médico Pedro Cortés - que fue director del

hospital por varios años -, le valió el reconocimiento a ambos, quienes fueron

declarados hijos ilustres de Los Ángeles en 1962.

Raquel Gutiérrez

fue precursora del escaso puñado de mujeres que ha incursionado en la política

local desde la década del 40 en adelante. Su huella seguiría después con Olga

Vélez de Porro, quien fue elegida regidora por esta comuna entre 1953 y 1956.

Más tarde sería

el turno de Ana Paredes de Sauré, quien fue electa en dos ocasiones (1956-1960

y 1963-1967). En la segunda ocasión, fue la segunda más votada entre más de 30

postulantes al municipio. Como si fuera poco, antes de ser regidora, de 1952 y

1956, ocupó el cargo de intendenta durante la presidencia de Carlos Ibáñez del

Campo.

Sin embargo,

después de ese grupo de mujeres que dio el primer paso en incorporarse de

manera activa en la política angelina, hubo un periodo de profunda oscuridad

que se prolongó por un cuarto de siglo, acentuado durante la dictadura militar.

Recién se retomó

ese impulso en las elecciones municipales de 1992 cuando aparecieron varias

candidatas en la papeleta de votación para hacerse cargo de las alcaldías. Destaca

ahí la irrupción de Teresa Stark que primero fue concejala y después llegó a

ser alcaldesa entre 1994-1996 (el periodo en la jefatura comunal fue compartido

con Daniel Badilla Alegría).

Años más tarde se

sumaron, también como ediles, Myriam Quezada, Yasna Quezada, María Barra,

Francisca Guzmán y Lidia Martínez. En el caso de la precursora de este proceso,

Raquel Gutiérrez falleció el 26 de marzo de 1975 en Santiago. Sin embargo, en

su homenaje, la plaza de juegos infantiles ubicada frente al Easy, en la

avenida Vicuña Mackenna, lleva su nombre desde mediados de los años u201890.

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