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La Tribuna

El éxito arruina a un programa de EU que salva a miles de caballos en estado silvestre

por Gabriel Hernandez Velozo

Dave Philipps © 2016 New York Times News Service

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CONDADO DE OSAGE, Oklahoma _ Mientras se ponía el sol en la pradera color miel aquí, una recua de caballos salvajes pastaba en medio de un pastizal que le llegaba al vientre. En la siguiente cresta, una docena más de caballos mordisqueaba la pastura, y más allá había todavía más, salpicando las colinas casi hasta donde alcanzaba la vista.

El director del programa de caballos salvajes de la Oficina de Gestión de Tierras, levantó la punta de su sombrero de vaquero y miró a los animales desde una cima. “Me encanta ver eso”, dijo, “pero también es un enorme lastre que nos cuelga del cuello”.

Los caballos estaban pastando en un rancho que la agencia federal renta, uno de los 60 ranchos, corrales y comederos privados donde almacena a los 46,000 caballos salvajes que ha retirado de tierras públicas del Oeste. El costo: 49 millones de dólares al año.

Tratar de cubrir esa renta ha llevado a la crisis al programa de caballos salvajes. El gasto absorbe 66 por ciento del presupuesto federal para el manejo de los caballos salvajes, y se espera que totalice más de mil millones de dólares durante la vida de las recuas. El programa no puede permitirse seguir con las antiguas prácticas administrativas que crearon el problema en primer lugar, o permitirse proponer soluciones que pudiera corregirlo.

En resumen, la agencia no puede romper su ciclo de almacenar caballos porque está demasiado ocupado almacenando caballos.

“Tenemos desafíos enormes por delante”, dijo Bolstad, “y no tenemos los recursos para responder”.

Gastar 1,000 millones de dólares en pasturas es un síntoma de un problema más amplio. La agencia dice que hay demasiados caballos salvajes vagando por el Oeste, y debe limitarlos para frenar el daño a ecosistemas frágiles. Pero nunca encontró una estrategia que no fuera poner más caballos en ranchos de almacenamiento.

Algunos críticos dicen que la gestión debe volverse más amplia e incluir otras opciones, como medicamentos de control de la fertilidad para los caballos en estado silvestre. Otros dicen que necesitan reconsiderarse las políticas que eliminaron a los depredadores, como los lobos, que antes ayudaban a mantener bajo control la población de caballos. Y algunos más dicen que es hora de sacrificar caballos para liberar recursos. Mientras tanto, los grupos defensores de los derechos de los animales, se oponen a matar a los caballos.

La oficina ha luchado por limitar las poblaciones de caballos salvajes desde que el Congreso aprobó una ley en 1971 para proteger a los caballos y burros silvestres que recorren las tierras públicas en 10 estados del Oeste, y cuyo número aumenta naturalmente cada año. La agencia dice que las tierras solo pueden dar sustento a unos 27,000 animales, pero, en estos días, hay unos 77,000.

Repetidas auditorías gubernamentales que se remontan a hace 26 años han advertido a la oficina que encuentre alternativas a almacenar caballos antes de que el costo paralice al programa, pero nunca lo ha hecho. Durante décadas, la oficina usó redadas mediante helicópteros para reducir las recuas, pero ahora apenas puede permitírselo porque gasta demasiado en almacenar caballos.

En los últimos años, la oficina hizo la prueba con medicamentos para el control de la fertilidad -administrados a través de una dosis anual aplicada por medio del disparo de dardos-  que reducirían la necesidad de las redadas. Ahora el dinero para eso también se ha gastado en almacenar caballos.

“Todo el presupuesto se destina a alimentar a los caballos; necesitamos hacer algo drástico ahora”, dijo Ben Masters, un cineasta que adoptó a siete caballos salvajes e hizo una película sobre un recorrido montándolos desde México hasta Canadá. Ahora forma parte del consejo asesor de nueve miembros del programa.

En una entrevista vía telefónica desde un área de caballos salvajes cerca de Eureka, Nevada, Masters describió ver miles de hectáreas dañadas por el pastoreo excesivo. “El área está totalmente degradada, y necesitamos salvarla, para los caballos y para la demás fauna”.

En septiembre, el consejo votó 8 a 1 a favor de matar a los caballos almacenados. Masters dijo que votar a favor de la medida le rompió el corazón. “Me mata. Me encantaría que hubiera otra manera, pero simplemente no la veo”.

Después de la votación, sin embargo, la oficina se vio inundada por llamadas telefónicas y correos electrónicos indignados, y funcionarios rápidamente aseguraron al público que no tenían planes de matar a ningún caballo. Acaban de firmar contratos con ranchos que pueden almacenar a 6,000 caballos más.

Ginger Kathrens, veterana defensora de los caballos salvajes que ocupa un lugar en el consejo asesor de la oficina, emitió el único voto en contra de matar a los caballos en almacenamiento, diciendo que favorecía incrementar las adopciones y encontrar lugares para liberar caballos. “Hay muchas cosas que la Agencia de Gestión de Tierras pudiera hacer además de vender caballos para que sean sacrificados”, dijo.

La ley federal permite a la agencia matar a los caballos excedentes para mantener lo que llama “un equilibrio ecológico natural y próspero”. Pero los reguladores nunca dieron ese paso, en parte por temor a la reacción del público, y en parte porque el Congreso ha añadido en los últimos años cláusulas a varios proyectos de ley que prohíben la matanza de caballos salvajes sanos.

En vez de ello, la agencia ha alentado a la gente a adoptar caballos salvajes. Pero el número de personas que les ofrecen casa rara vez ha igualado el número de caballos reunidos en las redadas.

El resto va a lugares como el Rancho Hughes, aquí en Oklahoma, donde por unos 2 dólares por caballo al día, Robert Hughes, un ganadero, mantiene a poco más de 4,000 caballos en miles de hectáreas de pastura de primera.

“Básicamente dirijo un asilo para caballos”, dijo con una risita ahogada mientras miraba a las recuas pastando. “Tienen buen alimento aquí, eso puedo asegurárselo”.

Al preguntarle si la agencia debería seguir almacenando caballos o sacrificarlos, sacudió la cabeza: “Oiga, mire, yo estoy en el negocio de cultivar pastura”.

Dijo que no tenía nada que ver con la política. “Si este acuerdo terminara, regresaríamos en grande al ganado”.

La agencia ahora se encuentra asediada por todos los flancos por demandas. Los rancheros que comparten la pradera están demandando que el número de caballos sea reducido a los niveles prescritos. Los grupos defensores de los derechos de los animales están demandando el fin de las redadas y del suministro de medicamentos mediante dardos.

Para el año próximo, la agencia espera un aumento de 15,000 caballos.

En septiembre, el consejo asesor recorrió un área de recuas de caballos salvajes en Nevada que no había servido de pastura para el ganado en ocho años. Sue McDonnell, una integrante del consejo que da clases sobre comportamiento equino en la Universidad de Pensilvania, dijo que se oponía a la eutanasia hasta que vio los pastizales maltratados y la maleza invasiva.

“Fue horrible”, dijo en una entrevista. “Muchas de esas tierras están bajo enorme presión. Si no actuamos ahora, habrá partes que se perderán efectivamente para siempre. Los caballos morirán, otra vida silvestre morirá, y eso será todo”.

Aunque pocas personas están en desacuerdo en que las regiones del Oeste están excesivamente erosionadas, los críticos de la agencia dicen que es un error culpar a los caballos salvajes, que son superados en número por el ganado en una proporción de 10 a 1 en las tierras que administra la oficina.

Matar caballos almacenados solo permitiría las prácticas insostenibles que favorecen los rancheros, dicen.

“El problema de la población es solo un síntoma de una política fallida de gestión de la vida silvestre en tierras públicas”, dijo Michael Harris, un abogado de Amigos de los Animales. Para encontrar una solución duradera, dijo, el gobierno federal debe abordar décadas de políticas de gestión que han erradicado a los lobos y los pumas, los cuales depredan a los caballos, de las tierras públicas, creando un paisaje donde los caballos se reproducen rápidamente.

“No vamos a resolver este problema a menos que tengamos una política que haga espacio para la vida silvestre en las tierras; toda la vida silvestre, no solo los caballos”, dijo.

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