Regístrate Regístrate en nuestro newsletter
Radio San Cristobal 97.5 FM San Cristobal
Diario Papel digital
La Tribuna

Recolectora de digüeñes de Nacimiento cuenta su historia: "Es una tradición que heredé"

por María Paz Rivera Arévalo

Filomena Garcés, vive en Nacimiento. Con más de 35 años recolectando digüeñes, ha convertido esta tradición familiar en un símbolo cultural y económico, rescatando saberes ancestrales y promoviendo el cuidado del bosque nativo.

Filomena Garcés, recolectora nacimientana / Filomena Garcés

En los rincones de Biobío, donde aún se respira aire de campo y los árboles nativos cuentan historias de generaciones, vive Filomena del Carmen Garcés Garcés, una mujer oriunda de Nacimiento, que ha dedicado gran parte de su vida a una labor que guarda un profundo valor cultural: la recolección de digüeñes. 

A sus 57 años, Filomena no solo es reconocida por su experiencia, sino también por su rol como defensora de las tradiciones que conectan a las nuevas generaciones con el territorio y la naturaleza.

Desde los 15 años recorre los bosques nativos en busca de este hongo silvestre, característico de la gastronomía chilena y especialmente valorado en la zona sur. 

En entrevista con Diario La Tribuna recordó que, su trabajo comenzó como una necesidad económica, pero con el tiempo se transformó en una pasión. 

"Me gusta recolectar, es una tradición que heredé y que quiero mantener viva. El digüeñe siempre ha sido parte de nuestra cultura rural, igual que los changles, los chupones y la avellana. Hoy, además de venderlos, aprendí a preparar empanadas y a comercializarlos directamente con mis clientes", relata con orgullo.

DESCUIDO DE LO NATIVO

En su relato también deja entrever una preocupación que atraviesa a muchas comunidades rurales, y esta tiene que ver con la pérdida del bosque nativo. 

Filomena explica que la creciente demanda y la disminución de espacios naturales ha hecho que este producto, antes común en los mercados locales, hoy sea casi un lujo.

"Antes costaban 3 mil pesos el kilo, ahora llegan a 15 mil. Y no es porque queramos cobrar más, es porque cada vez hay menos bosques. Ya no se encuentra en lugares públicos, solo en terrenos de particulares que todavía conservan su naturaleza", afirma.

Frente a este panorama, Filomena se ha convertido en una voz que llama a proteger el bosque nativo y enseñar a las nuevas generaciones a recolectar sin dañar. 

¿PERO CÓMO RECOLECTAR?

"Hay que saber sacar el digüeñe sin destruir la maceta donde crece, porque si se corta mal, el próximo año no vuelve a salir. No se trata solo de ir a buscar comida, es aprender a respetar la tierra", insiste. 

Para ella, cuidar los ecosistemas es clave para que los jóvenes no pierdan el vínculo con la naturaleza, "si no enseñamos, esto se acaba y los niños que vienen no sabrán lo que es el digüeñe. Tenemos que cuidarlo".

Filomena no trabaja sola. Es parte de Sabor Rural, una agrupación de recolectoras y emprendedoras campesinas que han unido fuerzas para comercializar sus productos y rescatar sabores ancestrales. 

Allí no solo vende digüeñes, sino también experiencias, porque recibir visitantes en los bosques para enseñarles sobre recolección sustentable es otra forma de poner en valor este tesoro natural.

En ese mismo sentido, desde INDAP sostuvieron que, el digüeñe es patrimonio agroalimentario y motor de economía rural, por lo que para Fabiola Lara Salinas, directora regional de INDAP Biobío, historias como la de Filomena son un ejemplo del valor que tienen los saberes campesinos y su aporte a la economía local. 

"En la región del Biobío hemos visto cómo el digüeñe se ha convertido en una expresión de nuestro patrimonio agroalimentario. Desde INDAP hemos acompañado a productoras que trabajan con este hongo, entregando asesoría técnica y apoyando con inversiones que fortalecen sus sistemas productivos, ya sea en el ámbito de la comercialización, el procesamiento o incluso el turismo rural", explicó.

La autoridad destacó que este ecosistema económico se ha fortalecido gracias a la colaboración entre recolectores, procesadoras y emprendedoras locales. 

"Tenemos casos concretos que nos enorgullecen, como el de la señora Eduarda Cea, quien cuenta con sala de procesos y el Sello Manos Campesinas, o el de la señora Filomena que se ha diversificado ofreciendo experiencias de turismo en torno a la cosecha sustentable. También está Luz Chávez, pionera en conservas de hongos nativos. Lo valioso es que estos productos no solo son cultura, también generan ingresos, empleo y desarrollo rural", señaló.

Lara enfatizó que proteger los ecosistemas es clave para sostener esta tradición. "Este tipo de actividades nos llama como institución a cuidar nuestros bosques y poner en valor su riqueza. Hoy también se recolectan otros hongos como morchella y changle, que se han convertido en parte de la identidad gastronómica y cultural de la región", agregó.

La historia de Filomena Garcés es mucho más que la de una recolectora, es la de una mujer que ha sabido transformar una tradición ancestral en una fuente de sustento.

Finalmente, insistió en su llamado a valorar los recursos naturales, protegerlos y transmitir este legado a las nuevas generaciones. En tiempos donde el bosque nativo se reduce y la vida rural enfrenta desafíos, ella representa un ejemplo de resistencia cultural, identidad y conexión con la tierra.

Síguenos: Google News
banner redes
banner redes banner redes banner redes banner redes banner redes

¿Quieres contactarnos? Escríbenos a [email protected]

Contáctanos
EN VIVO

Más visto