Plan Maestro de Aguas Lluvias

Este jueves las condiciones climáticas dieron muestra del invierno que se aproxima y Los Ángeles aún se encuentra en plena ejecución de obras críticas para mitigar los efectos de las lluvias. El Plan Maestro de Aguas Lluvias, que promete solucionar de manera estructural los problemas de anegamiento en la comuna, ha sido recibido con una mezcla de satisfacción y preocupación. Lo primero, por lo que representa una inversión ambiciosa y de largo plazo que busca mejorar la infraestructura urbana; lo segundo, porque su ejecución se realizará durante todo el año.

Las palabras del alcalde José Pérez Arriagada, fueron tajantes pero certeras, y reflejan una inquietud compartida por muchos vecinos: "iniciar los trabajos en abril y extenderlos hasta cuando ya estemos en pleno invierno y con fuertes lluvias realmente retrasa mucho las labores que deberían haberse realizado en verano". No se trata de restar valor a la envergadura del proyecto, sino de insistir sobre la importancia de una buena planificación, que considere por cierto, el calendario climático de nuestra zona.

El Estero Quilque, columna vertebral de este plan, ha sido por años símbolo del abandono y de la amenaza latente cada vez que los cielos se abren. Su mejoramiento integral es, sin duda, una intervención de alto impacto que podría cambiar el rostro de la capital provincial. Sin embargo, los avances visibles deben ir acompañados de gestión eficiente, transparencia en los plazos y un sentido de urgencia que no siempre parece estar presente.

Si bien se valora la ejecución de obras de emergencia y contratos de conservación, estas acciones deben entenderse como parte de una estrategia global, no como soluciones "parches", y ese es el camino más destacable de este plan.  Junto a ello, se valora la coordinación entre el Ministerio de Obras Públicas y el municipio, aunque de todas formas queda la sensación de que pudo y debió hacerse anticipadamente.

Los Ángeles no puede darse el lujo de improvisar frente al clima, ya que las lluvias no esperan y la infraestructura tampoco debe hacerlo.  Los inviernos, cada año, son más crudos y las imágenes de calles Colón, Villagrán o Lautaro inundados, con sus respectivas consecuencias, no deben seguir repitiéndose.