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La capilla del hospital de Los Ángeles, uno de los dos lugares en la ciudad que ostenta la categoría de monumento histórico nacional, sigue esperando por su restauración. Esta espera, prolongada por diversos contratiempos, no debe llevarnos a la resignación. Al contrario, es imperativo reafirmar el valor del patrimonio cultural y persistir en el esfuerzo por recuperarlo.
El violento terremoto de febrero de 2010 dejó su marca indeleble en la capilla: paredes agrietadas, secciones colapsadas, figuras religiosas y grabados destruidos. Sin embargo, la estructura principal resistió, como lo ha hecho ante los sismos de 1939 y 1960. Esta resistencia física es un testimonio de su valor histórico y cultural, y un recordatorio de la importancia de su conservación.
En el centenario de la capilla (fue entregada al uso público en 1924) se confiaba que la restauración estaría en marcha para dicha de la comunidad católica y la ciudad de Los Ángeles. A pesar de la adjudicación de la licitación pública a la empresa Sociedad Constructora Reving Limitada a fines de 2022, problemas financieros y el encarecimiento de los materiales de construcción llevaron a la empresa a desistir justo cuando los trabajos debían comenzar. La sorpresa y el estupor fueron generalizados, especialmente entre los miembros de la Agrupación de Reconstrucción y Restauración de la capilla del Hospital de Los Ángeles, quienes veían su sueño pospuesto una vez más.
La declaración desierta de la nueva licitación abierta en febrero pasado solo añade una capa más de frustración. La Dirección Regional de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas debe ahora reiniciar el proceso de licitación, con la esperanza de que a finales de este año o principios del próximo, se logre adjudicar la obra a una empresa capaz de cumplir con los estrictos requisitos necesarios para restaurar un monumento histórico nacional.
Es fundamental entender que la restauración de la capilla no es solo reparar una estructura dañada. Es un acto de preservación de nuestra identidad cultural y de respeto por nuestra historia. La capilla, declarada monumento histórico en 1989 gracias al esfuerzo del médico Wladimir Sánchez y el arquitecto Osvaldo Cáceres, no solo es un edificio antiguo. Es un símbolo de la resistencia y la continuidad de nuestra comunidad a través del tiempo.
El trabajo pendiente para restaurar esta joya arquitectónica, realizada en adobe y madera con cimientos de piedra, es costoso y complejo. No obstante, los cerca de 3 mil millones de pesos aportados por el Consejo Regional del Biobío y el programa Puesta en Valor de Patrimonio del Ministerio de Obras Públicas deben ser vistos como una inversión esencial para preservar nuestra herencia cultural.
La comunidad de Los Ángeles y sus autoridades no deben cejar en el intento de recuperar la capilla del hospital. Cada obstáculo en este camino no debe ser motivo de desánimo, sino un reto a superar. La restauración de la capilla es una tarea que debe unificar esfuerzos, convocando a expertos, autoridades y ciudadanos en un proyecto común que trasciende el tiempo y las dificultades.
Hay que mantener firme el compromiso con nuestro patrimonio. La capilla del hospital es una pieza invaluable de nuestra historia y merece ser restaurada para las generaciones futuras. La persistencia en su recuperación es un acto de amor por nuestra identidad y una promesa de que no dejaremos que nuestra historia se pierda en el olvido.
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