Lecciones de los 50 años

Aún con todas sus imperfecciones, ripios y defectos, la democracia es y seguirá siendo la mejor de gobierno donde el poder político y la toma de decisiones son ejercidos por el pueblo o sus representantes elegidos de manera libre y periódica. En base al principio de soberanía popular, lo que significa que en los ciudadanos está el poder supremo y el derecho de participar en la toma de decisiones que le afecten.

Por eso, los problemas de la democracia se deben resolver con más democracia, no con menos. La experiencia trágica del quiebre democrático que se inició el 11 de septiembre de 1973 debe hacernos entender que no existe otra forma de resolver los grandes temas de la sociedad.

El golpe de estado fue un evento significativo en la historia de Chile y una fuente de lecciones importantes, como recordatorio de la importancia de la democracia y el respeto por las instituciones que la conforman. Las detenciones arbitrarias, torturas, asesinatos y desapariciones ocurridas en dictadura ponen de manifiesto la importancia de proteger y respetar los derechos humanos en todo momento y a todo evento.

La falta de fiscalización efectiva y la concentración de poder en manos de un solo individuo o grupo fueron factores que contribuyeron al golpe en Chile. Las instituciones democráticas deben estar diseñadas de manera que haya un equilibrio de poderes y mecanismos de control efectivos.

La polarización y la violencia política no son soluciones. Nunca. Un ambiente exacerbado y la creciente escalada violentista en los años previos al golpe fueron pruebas más que fehacientes que la confrontación no resuelve de manera efectiva los problemas políticos y sociales. El diálogo y la negociación son herramientas más efectivas para resolver conflictos. Nuestro país ha tenido sus épocas de mayor crecimiento y bienestar cuando ha existido la suficiente voluntad para de generar grandes consensos políticos en función del bien común de la población.

En Chile se la procurado llevar a cabo un proceso de verdad, justicia y reconciliación en los años posteriores al régimen de Pinochet, lo que ha ayudado a enfrentar el pasado y garantizar que las violaciones a los derechos humanos no se repitan. La memoria histórica y la justicia son fundamentales para aprender de los errores del pasado y prevenir su repetición.

En este marco, más allá de los apasionamientos exacerbados del momento, la promoción de la educación cívica y la conciencia sobre la historia política de un país puede ayudar a las generaciones futuras a comprender la importancia de la democracia, la defensa de los derechos humanos y la participación ciudadana.

En síntesis, el golpe de estado en Chile en 1973 ofrece lecciones cruciales sobre la importancia de la democracia, los derechos humanos, la fiscalización y la reconciliación de los habitantes de nuestro país. Estas lecciones deben servir como recordatorio constante de los peligros de la polarización de la sociedad y de la importancia de proteger y fortalecer las instituciones democráticas.