Enfermedad de Parkinson

La enfermedad de Parkinson, cuyo día internacional se recordó el pasado 11 de abril, es un trastorno neurodegenerativo que afecta a millones de personas en todo el mundo, principalmente adultos mayores, aunque también hay un porcentaje de la población que es afectada teniendo menos de 40 años de edad. Dicha afección debe su nombre al médico británico James Parkinson que descubrió este padecimiento neurológico progresivo y crónico, es decir, que no tiene cura y siempre empeora.

Se caracteriza por la falta de una sustancia química en el cerebro llamada dopamina, encargada de transmitir señales entre las células nerviosas, es decir, neuronas, que son responsables de regular el estado de ánimo y otras funciones cerebrales importantes.

Los principales síntomas son la pérdida paulatina de la capacidad física y mental, produciendo finalmente discapacidad total. También se manifiesta en los temblores, dificultad para hablar y tragar, rigidez muscular, entre otros padecimientos propios de la enfermedad, que muchas veces se asemejan a los síntomas del Alzheimer.

Se inicia generalmente entre los 50 y 60 años, causando en las personas, señales nerviosas interrumpidas que hacen que sea cada vez más difícil coordinar los músculos, incluso para los movimientos más simples.

El dato que afecta principalmente a las personas mayores es muy relevante si se toma en cuenta que los especialistas en crecimiento demográfico adelantan que nuestro país tendrá un sostenido envejecimiento de su población, previéndose que al 2050 un 30% de sus habitantes será adulto mayor.

Por lo mismo, resulta urgente discutir políticas públicas que se anticipen a este escenario, de manera de abordar de manera transversal el tratamiento de esta enfermedad,

Con el mayor envejecimiento aumentarán las alteraciones neurodegenerativas como el Parkinson, que en Chile afecta a cerca de 40 mil personas, el 30% de los cuales no saben que tienen este padecimiento.

Actualmente, no existe una cura para esta enfermedad, pero sí puede manejarse con medicamentos para controlar los síntomas, lo que tiene buenos resultados en la etapa inicial. Sin embargo, al progresar la enfermedad, puede ser necesario realizar cirugía.

Sin embargo, la mayoría de las personas con esta enfermedad presenta una doble vulnerabilidad, vejez y discapacidad, lo que ciertamente que impacta en las personas y en su entorno familiar más inmediato.

Es, por lo tanto, una materia que debe abordarse de manera conjunta desde los ámbitos público y privado. No todas las personas que viven con esta enfermedad conocen o acceden a los tratamientos y cuidados necesarios mejorar su calidad de vida y fomentar la autovalencia en la medida de lo posible.

Se debe tener un enfoque multidisciplinario, donde la rehabilitación integral complemente los tratamientos farmacológicos, logrando que esta mayor esperanza de vida sea de calidad.