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La Tribuna

Derechos laborales de los inmigrantes

por Leslia Jorquera

Respetar los derechos de las personas debe ser una prioridad. Seguir escuchando que son "mano de obra barata", nos debería dar vergüenza. No somos de la realeza para comportarnos de manera tan retrógrada con nuestros visitantes.

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Los últimos años, nuestra sociedad ha debido enfrentar la llegada de inmigrantes de diversos países, principalmente haitianos y venezolanos, que han visto en Chile, un lugar seguro donde poder comenzar una nueva vida.

También no deja de ser cierto que un grupo importante de chilenos, no se encuentra cómodo con este cambio de vida. Inclusive ha aflorado el racismo, ese mismo que nos molesta cuando un chileno es discriminado en EEUU o Europa.

Algunos han querido usar el tema políticamente, generando aún más controversia frente a esta nueva vida. Ser un país más cosmopolita y que camina con fuerza hacia el desarrollo, generará aún más interés en la comunidad de los países pobres en venir a tener un mejor pasar.

La parte más negativa de todo esto, es probablemente el abuso y las vejaciones que deben sufrir los inmigrantes al desconocer por completo las leyes laborales.

El día de ayer, conocimos en La Tribuna, el relato de un joven haitiano que acusa haber recibido un empleo en una empresa forestal, que sin haberlo capacitado, lo puso a operar maquinaria de alto riesgo. La consecuencia le destruyó la vida, pues terminó con cuatro de sus dedos amputados, mientras la empresa sólo le ofreció 500 mil pesos más un pasaje para que se regrese a Haití. De ser así esta historia, estaríamos frente a un comportamiento vergonzoso de la empresa privada, totalmente alejado del respeto a las personas.

Tenemos que entender que más allá de las diferencias, culturas, educación o formas de vida, estamos tratando con personas. No podemos darnos el lujo de clasificarlas entre quienes se puede abusar, discriminar o explotar, respecto a otras a las cuales les damos todas las herramientas para un buen vivir. No. Simplemente no.

La ola de migrantes desde Haití, tiene un trasfondo cargado de empresas o personas, interesadas en traer a estas personas desde allá. Mafias, estafadores y agencias o líneas aéreas inescrupulosas. Pero quienes pisaron suelo chileno, sólo buscan mayor dignidad, no tienen culpa alguna.

Respetar los derechos de las personas debe ser una prioridad. Seguir escuchando que son “mano de obra barata”, nos debería dar vergüenza. No somos de la realeza para comportarnos de manera tan retrógrada con nuestros visitantes.

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