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La Tribuna

La politiquería se tomó las oficinas públicas

por Leslia Jorquera

"Son orejeros de la autoridad. Se sienten poderosos y tienen mejor sueldo que el resto. Su dedicación principal, es mantener una constante campaña política de quien los contrató".

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Sabido que en las oficinas dependientes del Estado, los méritos no cuentan, lo que vale es el color político de los profesionales que ahí laboran. Quienes osan a perdurar tras los cambios de administración, son hostigados, amenazados e incluso atemorizados con frases del tipo “hay personas (políticos locales) que quieren tu puesto.

¿Acaso se olvidan las autoridades de turno que los sillones no son propiedad de nadie y que el trabajo del gobierno está destinado a todos los ciudadanos de este país, de izquierda, de centro, de derecha, con o sin recursos, sin importar sus creencias, ideologías, condición sexual ni social? El acoso laboral de funcionarios públicos es una realidad silenciosa, más aún porque quienes sufren de esta lamentable presión, deben simplemente aguantar, de lo contrario, los contratos, al estar hechos hasta el 31 de diciembre, simplemente corren el riesgo de no ser renovados.

Muchas veces no es la autoridad directa del servicio quien ejerce las presiones, sino que son sus llamados “cargos de confianza”, quienes en una especie de acto conspirativo, trabajan con miembros de partidos políticos para presionar a los funcionarios públicos, con el objeto aparente de que renuncien por su propia voluntad.

En las oficinas públicas como la Gobernación, Registro Civil, Educación, Salud, entre otras presentes en la provincia esto es una realidad que nadie se atreve a denunciar. Los muy llamados “Ñoquis” por el ex senador Mario Ríos en su columna del 29 de diciembre, ya que se trata de personas, que viven a costa de que alguien les regale sin tener méritos necesarios, un puesto donde muchos no hacen absolutamente nada. Tal como señala el ex parlamentario “son orejeros de la autoridad. Se sienten poderosos y tienen mejor sueldo que el resto. Su dedicación principal, es mantener una constante campaña política de quien los contrató”.

Por eso, estimado lector es que muchas áreas públicas no funcionan. Por manos políticas carroñeras que no buscan el progreso de Chile, si no ubicar a los suyos y de la peor forma: amedrentando a los demás o buscándoles la forma de que caigan. Eso no es ser un servidor del Estado, es servirse de él.

 

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