Desarrollo

Director General de Aguas llama a anticipar medidas para proteger acuíferos y asegurar el agua rural

Rodrigo Sanhueza detalló que la provincia de Biobío enfrenta un déficit de precipitaciones cercano al 29% en Los Ángeles, mientras el Lago Laja opera con solo 28% de su capacidad. Lo anterior, aseguró, vuelve cada vez más necesario invertir en una mejor infraestructura y constituir comunidades de aguas subterráneas.

Rodrigo Sanhueza, director general de Aguas, calificó como una crisis silenciosa la progresiva dependencia de camiones aljibe de los sistemas de APR y los descensos progresivos en los acuíferos, La Tribuna
Rodrigo Sanhueza, director general de Aguas, calificó como una "crisis silenciosa" la progresiva dependencia de camiones aljibe de los sistemas de APR y los descensos progresivos en los acuíferos / FUENTE: La Tribuna

El director general de Aguas, Rodrigo Sanhueza, alertó que la provincia de Biobío enfrenta una creciente crisis hídrica en zonas rurales, donde los sistemas de agua potable rural (APR) cada año dependen más de camiones aljibes para sostener el abastecimiento, mientras los acuíferos registran descensos progresivos que comprometen la sostenibilidad de las fuentes.

La situación se agrava por el déficit de precipitaciones, que alcanza el 29,3% en Los Ángeles y el 31,5% en Cañete, según datos actualizados a octubre de 2025. Solo Mulchén registra un exceso del 26% en comparación con su promedio histórico. A esto se suma el pronóstico de deshielo de la Dirección General de Aguas (DGA), que proyecta caudales entre un 10% y un 15% menores que el año pasado.

El Lago Laja, fundamental para riego y la generación eléctrica, opera con apenas 28% de ocupación —1.545,6 millones de m³—, mientras Ralco alcanza 43% —505,9 millones de m³— y Pangue 93% —77,4 millones de m³—. El promedio de ocupación los tres embalses monitoreados por la DGA en la provincia es de 31%, lo que equivale a 2.128,9 millones de m³ de un total de 6.839 millones de capacidad acumulativa.  

Frente al escenario, Sanhueza subrayó que la provincia enfrenta un problema estructural profundo: la ausencia de organización en torno al agua subterránea. "No tenemos comunidades de agua subterránea conformadas, salvo en Coronel Norte y Coronel Sur. Tenemos unos 15 sectores hidrológicos en la región, pero solo dos sectores acuíferos cerrados", precisó.

¿Cuál es el problema real que enfrentan los APR en zonas rurales?

—Uno le pregunta a la Dirección de Obras Hidráulicas (DOH) si tienen problema de abastecimiento en los APR y el diagnóstico es que no. Aun así, hay gente que dice que no les llega el agua. ¿Por qué? Porque están resolviendo el tema con agua de camiones aljibes. El comité de APR dice no tener problema para abastecer agua porque la recibe. La pregunta es si la fuente principal tiene algún problema, y eso es lo que se está evidenciando.

Hoy en día la DOH, dentro de las construcciones de pozos, está buscando hacerlos más profundos. Antes eran unos 30 o 40 metros, pero en los últimos 10 o 15 años, como ha llovido menos, la recarga del acuífero es menor.

Tenemos embalses como Ralco y Laja. ¿Por qué hay preocupación si existe esta infraestructura?

—Los números dicen que no podemos seguir gestionando el agua como lo hemos estado haciendo siempre. Es un llamado de atención de que lo que estamos haciendo no es suficiente. Hay que seguir mirando cómo gestionamos y apalancamos recursos.

Esta es una cuenca que parte en La Araucanía, pasa por la provincia de Biobío y llega a la de Concepción. Si llovió un 30% menos, menos agua habrá en el acuífero, y por lo tanto, las pérdidas que ocurren en la distribución del agua en la red tendrán que revisarse y chequearse.

¿Qué significa que no existan comunidades de agua subterránea conformadas?

—Es una de las problemáticas más importantes. Después de hacer la gobernanza del agua superficial con los actores, uno dice: "Bueno, pero también hay actores que ven el agua subterránea". Y una de las problemáticas de esta región es que no tenemos articulada una conformación potente y robusta en organizaciones de este tipo.

Tenemos la suerte de que aquí existen dos o tres embalses, cuyo propósito ha sido la generación, pero que ciertamente permiten tener reservorios de agua para el riego. Es decir, existe una coordinación entre la empresa eléctrica y los regantes, que también permite el abastecimiento de la gente. Pero la segunda fuente es el agua subterránea, y ahí tenemos una brecha importante.

¿Qué acciones urgen para enfrentar esta situación?

—La región del Biobío tiene algunos problemas de abastecimiento, sobre todo en la zona rural, aunque no tenemos descensos tan significativos en nuestro acuíferos todavía. Uno debería pensar que es importante empezar a mirar, por ejemplo, la recarga de acuíferos para no estar en situaciones futuras donde se acabe la fuente superficial y tengamos que recurrir a este sin haber hecho nada previo.

En tanto, los usuarios de la cuenca tienen que mirar cómo se construye la matriz hídrica. Entiéndase el caudal natural del río, el volumen disponible en el acuífero y los volúmenes adicionales en embalses o microembalses. Hay que buscar soluciones individuales para la zona rural dispersa: ya sea la construcción de un pozo o mirar, si todavía hay lluvia, temas de cosecha de agua con los filtros necesarios. También soluciones basadas en la naturaleza, como configurar humedales artificiales para recuperación de cauces que han sido degradados por actividad antrópica.

¿Qué papel ha jugado la Mesa Estratégica de Recursos Hídricos en este escenario?

—La Mesa Estratégica es el corazón del plan. Ahí se sientan ministerios, gremios, universidades y empresas para acordar prioridades, compartir información y tomar decisiones conjuntas. Lo que buscamos es que los actores se articulen y se busquen representantes de los grupos. La mesa busca hacer el seguimiento del plan una vez que este esté firmado.

Está en proceso de licitación la consultoría de apoyo para la elaboración del Plan Estratégico de Recursos Hídricos de la cuenca del río Biobío, el cual deberá arrojar una completa radiografía de la cuenca y proponer medidas y acciones que permitan hacer frente a las necesidades presentes y futuras del recurso hídrico, tomando en consideración el agua para consumo humano, la preservación ecosistémica, el desarrollo de actividades productivas y la resiliencia frente al cambio climático.




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