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El legado imborrable de Manuel Segundo González y sus colaboradores en Deportes Iberia

por Norman Matus Matus

Club está pronto a celebrar 56 años desde su arribo a Los Ángeles.

El recordado dirigente Manuel Segundo González / La Tribuna

A pocos días de celebrarse 56 años desde que Deportes Iberia se asentara definitivamente en Los Ángeles, surgen de inmediato recuerdos de toda índole y uno de ellos es aquellos emblemáticos dirigentes que posibilitaron la llegada de la institución a la ciudad desde Puente Alto.

Allí aparece Manuel Segundo González de quien, el pasado 19 de febrero, se recuerdan los seis años del fallecimiento de este emblemático dirigente, quien dedicó gran parte de su vida a la tienda azulgrana.

Su nombre es recordado como uno de los principales gestores del traslado del club desde Puente Alto a Los Ángeles, hecho materializado el 28 de febrero de 1969 junto a Carlos Perelló Nieto, Ítalo Zunino, Francisco García, Luis Elgueta, Samuel Vivanco, Francisco Campos, entre otros.

González era de esos dirigentes que sabía dar un paso al costado cuando el club estaba en otras manos en su administración, transformándose en un socio cooperador, pero estaba dispuesto a volver siempre para intentar sofocar alguna emergencia, que por lo general era siempre económica, ingeniándoselas para sacar a flote al club.

Un claro ejemplo de ello, es lo que el propio dirigente narró en una entrevista a La Tribuna, años más tarde, fue lo sucedido en 1993 cuando Iberia estuvo a nada de bajar a Cuarta División.

"NO NOS QUEDA MÁS QUE JUGAR EN TERCERA"

Tras el 2 a 2 entre Iberia y Santiago Wanderers, partido jugado en el aquel entonces Estadio Fiscal de Los Ángeles, el 20 de diciembre de 1992, el elenco angelino era sentenciado a bajar a Tercera División. Allí, el vicepresidente de Iberia, Manuel Segundo González, afrontaba con resignación del descenso señalando: "En este momento me gustaría tener el dinero suficiente para ayudar a Iberia. Esa es mi impotencia actual. Espero que alguna vez se produzca ese milagro que nos permita sobrevivir, organizar la institución y volver a Segunda División".

En 1993, el descenso volvió a rondar y González asumió la presidencia del club por un breve período, dado que llegaría un nuevo dirigente, Carlos Contreras. Sin embargo, "El Mocho" González siguió siendo parte del club.

Desafortunadamente, el rendimiento deportivo y la insolvencia económica lo harían jugar la liguilla de permanencia en el fútbol amateur.

Allí aparece la astucia del recordado dirigente. El equipo dirigido por René Otárola debía jugar la liguilla para, literalmente, no desaparecer. Según las bases, dicha liguilla debía jugarse en partidos de ida y vuelta pero el club no estaba en condiciones económicas de financiar los viajes.

Ante tal situación, Carlos Contreras y el propio González viajaron a Santiago con la misión de proponer al directorio de la Tercera División de jugar dicha liguilla en una localidad neutral para abaratar costos. La fórmula pactada determinaba que la liguilla final se jugaría en tres reuniones dobles, en cada una de las canchas de los cuadros participantes, menos en Los Ángeles.

Por ello, los dirigentes debieron buscar un lugar intermedio que sirviera como centro de operaciones, lo que fue aprobado por los clubes involucrados: Juventud O’Higgins, Defensor Casablanca y Deportes Maipo.

Tras evitar los largos traslados, Manuel Segundo González y el resto de su mesa dirigencial asumieron un costo económico considerablemente menor en estadía y alimentación del plantel, aunque igualmente sumaba un millón cien mil.

Allí, aparece la figura de Ítalo Zunino quien, junto a empresas angelinas, apoyó financieramente la misión deportiva y reforzó al equipo con cinco nuevas incorporaciones.

Por tanto, la responsabilidad de mantener la categoría recayó solo en el técnico René Otárola y sus dirigidos, quienes respondieron a esa confianza. Una buena jugada de González y dirigentes que permitiría finalmente salvar a Iberia del temido descenso y su desaparición. Su último partido contra Defensor Casablanca en Maipo, fue un 2 a 1 asegurando la Azulgrana su permanencia en dicha categoría.

Con los años, Manuel Segundo González narraría una anécdota especial al momento de celebrar el triunfo en las gradas del estadio y asegurar la permanencia en Tercera División. "Junto a Carlos (Contreras) estábamos sentados en una grada de madera añosa del estadio, esperando ansiosos que Iberia marcara el gol del triunfo. Cuando ello ocurrió, saltamos como loco celebrándolo, nos abrazamos y la banca de madera en la que estábamos sentados se quebró cayendo ambos al suelo, solo fue un susto y algunos moretones, pero que no nos importó pues sabíamos que ese gol nos daría la permanencia en la categoría".

CUATRO DÉCADAS DE PASIÓN Y COMPROMISO CON IBERIA

Manuel Segundo González no solo fue parte de ese grupo de hombres que gestó la llegada de Deportes Iberia a la ciudad de Los Ángeles, a fines de los años '60. Circunscribir lo que hizo a ese solo hecho no es hacerle justicia a quien fue la representación más genuina del club en la ciudad, más allá de sus virtudes y defectos.

Nacido en 1921 en esta ciudad, era un niño cuando se enlistó en Ferroviarios y después tuvo un paso por el "Luis Dávila". Después se integró a la directiva de Club de Deportes Los Ángeles que a fines de los 50 y en los 60 pugnó, sin éxito, por un cupo en el fútbol profesional. La oportunidad se dio con Iberia, el equipo capitalino que estaba condenado a desaparecer si no aparecía alguien que se hiciera cargo.

Pero su rol no se detuvo ahí. Muy por el contrario. Manuel González siguió con Iberia, en las buenas y en las malas. En las duras y en las maduras, poniendo el pecho a las balas ante un club que, básicamente, sigue siendo un nombre.

En el decenio pasado, ya con la llegada de nuevos dirigentes y el arribo de las sociedades anónimas deportivas, Manuel González dejó de tener un rol activo en el club, aunque siempre siguió con detalle todo lo que acontecía.

Nunca perdió contacto con el que sería el verdadero club de sus amores, al que dedicó casi cuatro décadas de trabajo y preocupaciones.

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