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La Tribuna

Este domingo se conmemorará el centenario del campanario de Rere

por Juvenal Rivera Sanhueza

La estructura alberga a las tres campanas que son representativas de la época de mayor esplendor de la localidad que fue un importante centro administrativo, religioso, económico y social en siglos pasados.

Campanario de rere (1) /

La postal de Rere es su campanario. En las fotografías, en las estampillas o en los afiches promocionales, la estructura de 20,5 metros de altura se destaca con nitidez dentro de las viviendas y edificaciones bajas situadas en una de las esquinas enfrentadas de la plaza de la localidad.

El campanario de estilo gótico alberga en su parte superior a las tres campanas que son representativas de la época de mayor esplendor de la localidad que fue un importante centro administrativo, religioso, económico y social en tiempos pasados. Ahora Rere es parte de la comuna de Yumbel, distante unos 20 kilómetros, cuya población frisa los mil habitantes.

De acuerdo a la tradición oral, esas campanas fueron fundidas hace tres siglos con las donaciones de joyas de oro y plata aportadas por la comunidad de esos años, reflejo de esplendor que vino de la mano de la presencia de la misión jesuita en el territorio.

El conjunto – más la palma chilena y tumba del padre Juan Pedro Mayoral, que está en proceso de beatificación ya que se le atribuyen dones de santidad por sus profecías y milagros – tiene la condición de monumento histórico nacional.

Después de un proceso que tardó cerca de 20 años, el 26 de marzo de 2012 se firmó el decreto que le otorga esa categoría al conjunto que está íntimamente ligado a la presencia jesuita en la zona, debido a que son elementos tangibles que es necesario conservar para las generaciones futuras.

El campanario, que es una edificación más reciente, también se llevó a cabo con donaciones y aportes de la comunidad de la localidad de Rere.

Es por eso que el hito del centenario de la bendición de la primera piedra de la torre, que sucedió el 19 de marzo de 1923, será un gran acontecimiento que la comunidad celebrará este domingo con total propiedad.

La estructura (cuya construcción tardó cuatro años) ha tenido el gran mérito no solo de ser un elemento arquitectónico icónico e identitario para la localidad, sino que también ha demostrado ser una obra edificada con tal calidad que ha resistido los peores embates de la naturaleza (ha resistido los terremotos de 1939, 1960 y 2010).

Para este domingo, el municipio de Yumbel ha organizado varias actividades que consideran, principalmente, la realización de una liturgia (a mediodía), un acto conmemorativo (13 horas) y finalizará con visitas guiadas al mismo campanario.

Al respecto, el alcalde José Sáez consideró que la realización de las actividades es un orgullo porque se potencian elementos que “son parte de nuestra memoria colectiva y eso es lo que debemos resguardar. Hoy velamos por resguardar nuestro patrimonio con diferentes iniciativas y entre ellas, está celebrar este centenario”.

PASADO DE ESPLENDOR

Rere, ubicada a 21 kilómetros al oeste de la ciudad de Yumbel, es una de las localidades más antiguas de la provincia de Biobío. Fue fundada en 1586 bajo el nombre de Villa de Nuestra Señora de Buena Esperanza de Rere por el gobernador Alonso de Sotomayor, ya que fue utilizado para marcar las líneas fronterizas durante la conquista. En 1765 el gobernador Antonio de Guill y Gonzaga, le denominó Villa de San Luis Gonzaga de Rere.

El origen etimológico de Rere proviene del mapudungún, que significa pájaro carpintero. Ello, en honor a una de estas aves de color negro que martillaba -en aquel tiempo- los árboles de roble.

Uno de los hitos que la instalación de la Orden Misionera Jesuita de Buena Esperanza de Rere que vino aparejada de la fundación de un colegio.

En los tiempos de la Colonia, esta zona llegó a tener más de 30 mil habitantes y su extensión demográfica abarcaba sectores como Copiulemu, Florida y Chillán.

Por las fortificaciones que se construyeron, Rere se convirtió en una localidad muy importante en su tiempo, especialmente en el orden militar.

Desde Madrid, España, llegó a Rere el padre Juan Pedro Mayoral a educar a los habitantes del lugar. Según cuenta la historia, Mayoral tenía dones milagrosos.

En su estadía en Rere, se dice que plantó una palma chilena, la que marca la presencia de jesuitas en la zona y que todavía es posible apreciar junto a otras tres plantas de la misma especie.

Con donaciones de la gente y de tertulias literarias, en 1721 se obtiene el dinero para construir tres campanas de oro en Rere: la mayor pesa mil 300 kilos y las otras dos no más de mil.

Su tañido puede ser escuchado a cinco kilómetros a la redonda, como señal de las misas de misa todos los domingos.

Fue tanto el interés que despertó la supuesta codicia por estas campanas, que la mayor querían llevarla a la Catedral de Concepción.

La leyenda cuenta que ni con siete yuntas de bueyes fueron capaces de salir del pueblo y bastó solamente una para devolverla a su lugar.

Cuando en 1760, el rey Carlos III ordenó la expulsión de los jesuitas de América, los bienes de los jesuitas pasaron a ser administrados por los hermanos franciscanos, quienes tuvieron la preocupación y el cuidado de protegerlos.

A tanto llegó su importancia que el 15 de enero de 1889 se fundó el Banco de Rere que el 20 de julio del mismo año inició sus operaciones.​ Varios de los propietarios del banco hicieron fortuna con minas de oro y explotación agrícola en la zona, en su mayoría originarios de la localidad y sus alrededores.

Sin embargo, al quedar fuera de la línea ferroviaria y apartada de los centros económicos como Concepción, le fue restando importancia durante el siglo XX hasta terminar convertida en una localidad que es parte de la comuna de Yumbel.

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