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La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, conocida abreviadamente como Unesco, define patrimonio a todo aquel lugar que sea de interés histórico y cultural en el territorio; los espacios y paisajes naturales también se incluyen en la lista, además de los bienes culturales e inmateriales.
En específico, se denomina patrimonio cultural a los monumentos, obras arquitectónicas, esculturas, inscripciones y grupos de elementos que tengan un valor universal, desde el punto de vista histórico, artístico o científico, para un territorio en particular.
Por otro lado, los patrimonios naturales se reconocen como monumentos o estructuras naturales construidas por formaciones físicas y biológicas, así también las formaciones geológicas y fisiológicas de zonas estrictamente delimitadas.
Cabe mencionar que Mulchén no cuenta con patrimonio natural, sin embargo, a nivel internacional se reconoce la relevancia de manifestarse y expresarse culturalmente como comunidad, ya que ahora, a diferencia de años anteriores, hay un marco jurídico y programático que protege y se esfuerza en conservar estos espacios.
En 1862, bajo el mandato del Presidente José Joaquín Pérez, se dictó un decreto que establecía la fundación de una misión en la colina de Ñampay, donde se instaló un convento y una escuela para niños indígenas tipo internado.
Ese mismo año en noviembre, el sacerdote franciscano Alejandro Manera llegó a la ciudad para quedarse por muchos años, siendo responsable de la distribución de tierras mapuche a los primeros colonos. Hace poco tiempo este espacio fue remodelado.
Mulchén se convirtió, junto a otras comunas al sur del río Biobío, en el granero del país, después de una histórica repartición de tierras mapuche por su fertilidad para practicar la agricultura.
Enrique Bunster fundó el primer molino de Mulchén en 1875, y con esta acción hizo a los terratenientes más ricos y a los trabajadores más pobres. Una prueba de esta afirmación es que, según cuenta la historia, Bunster les pagaba a sus empleados con fichas que se podían cambiar solo en sus pulperías, donde los precios no estaban en discusión y tampoco se permitía buscar lugares más económicos. Nacen también molinos en Traiguén y Collipulli.
Actualmente el molino no existe y en el mismo terreno, ubicado en calle Salvo con Aníbal Pinto, se construye un Strip Center.
El auge económico que provocó la agricultura de granos fue la motivación de importantes adelantos para el incipiente pueblo. Así, en 1879 se construyó el puente Granaderos, sobre el río Bureo, lo que permitió un traslado expedito hacia los molinos. Ese mismo año se inauguró el puente Mulchén sobre el río homónimo.
La riqueza triguera y de productos derivados logró que las familias pudientes de la época tuvieran sus propias quintas de recreo. Una de ellas fue la Quinta Alessandrini, ubicada en el sector conocido como la Quinta Venecia. En la actualidad hay un parque recreativo y una cancha de tenis en el lugar.
Una de las grandes casas patronales que existieron en Mulchén fue Picoltue. Los dueños de esa hacienda en 1920, a nombre de la familia Morandé - Campino, regalaron la imagen del Cristo, símbolo y lugar de devoción para la población católica de la comuna y de cada visitante que lo ve al entrar o salir.
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